Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





LOS BUSCA PUESTOS O TREPADORES

Domingo 21 de octubre 2018, 29º ordinario

Marcos 10,35-45.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Unos versículos antes de este pasaje evangélico que hemos escuchado, leemos en san Marcos el tercer anuncio de la pasión, muerte y resurrección de Jesucristo en labios de él mismo. A cada uno de esos tres anuncios, le sigue una reacción adversa de parte de sus discípulos. San Marcos puntualiza que los discípulos no acaban de entender al Maestro y temen preguntarle.

Veamos: San Marcos comienza contextualizando el tercer anuncio y en seguida nos lo ofrece:

"Iban de camino subiendo a Jerusalén, y Jesús marchaba delante de ellos; ellos estaban sorprendidos y los que le seguían tenían miedo. Tomó otra vez a los Doce y comenzó a decirles lo que le iba a suceder: Miren que subimos a Jerusalén, y el Hijo del hombre será entregado a los sumos sacerdotes y a los escribas; le condenarán a muerte y le entregarán a los gentiles, y se burlarán de él, le escupirán, le azotarán y le matarán, y a los tres días resucitará”.

¿No está muy claro este tercer anuncio? Entonces ¿qué es lo que no entienden los discípulos y temen preguntarle? El anuncio, claro que se entiende en cada una de sus palabras. Pero lo que nos quiere hacer ver el evangelista, es que los discípulos más bien se resisten a entrar en ese camino, no sólo porque no es de ninguna manera agradable pasar por la pasión y la muerte, sino porque además no se puede entender ni mucho menos aceptar que ese camino de abajamiento sea la salvación para este mundo.

En estos domingos ya hemos repasado las reacciones de los discípulos a cada uno de esos anuncios: ante el primero, es Pedro el que se rebela reprendiendo al Maestro. Ante el segundo, los discípulos vienen discutiendo por el camino quién de ellos era el mayor. Jesucristo busca el último de los lugares en este mundo que es la cruz, la entrega de la vida, y ellos al contrario buscan ser más importantes.

Ahora, ante el tercer anuncio, Santiago y Juan se acercan a Jesús para pedirle que les conceda sentarse uno a su derecha y otro a su izquierda en su gloria. Como dice la gente: ‘y vuelve la burra al máiz’. Ellos tienen aspiraciones arribistas mientras que el Maestro sabe que su camino es el abajamiento, es decir, para salvar a este mundo hay que rebajarse, humillarse. La salvación viene desde abajo, no desde arriba, desde el despojo, no desde el poder humano. ¿Quién entiende eso, acaso nosotros? Desde luego que todos los seres humanos buscamos los primeros lugares: en la familia, en el barrio, en el ambiente laboral, sindical, en el círculo de amigos, en la política, en la sociedad en general, ¡y hasta en la Iglesia!, tanto en entre los grupos y movimientos laicales como en la jerarquía eclesiástica. Cuántas veces ha mencionado el Papa Francisco a los trepadores, arribistas, busca-puestos como Santiago y Juan.

La enseñanza vivida y verbalizada por Jesús permítanme repetirla: "Ya saben que los jefes de las naciones las gobiernan como si fueran sus dueños y los poderosos las oprimen. Pero no debe ser así entre ustedes. Al contrario: el que quiera ser grande entre ustedes, que sea su servidor, y el que quiera ser el primero, que sea el esclavo de todos, así como el Hijo del hombre, que no ha venido a que lo sirvan, sino a servir y a dar su vida por la redención de todos”.

No acojamos solamente este tremendo llamado de nuestro Maestro para una vida espiritualona o intimista, como generalmente nos imaginamos y tratamos de vivir la santidad, o al menos contemplarla de lejos. Claro que es necesario que cada uno viva la humildad y el servicio gratuito con toda sinceridad y transparencia, pero, en este domingo mundial de las misiones, hay que vivirlo con fuerza: le presentamos al mundo a un galileo, a un artesano, a un pobre de los caminos, amigo de pobres y pecadores, a un rechazado por el poder humano, a un crucificado como un delincuente; ésa es nuestra misión. Y este rechazado por la sociedad es la salvación de este mundo, y el camino que todos los seres humanos debemos tomar para salvarnos a nosotros y para salvar a los demás. Jesucristo pobre, humilde, abajado, entregado, etc., es el modelo de todo ser humano. El día que nos plasmemos todos en este Jesucristo, este mundo estará salvado.

 

 

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