Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




DE ESTUDIOSOS DE LAS ESTRELLAS A ESTUDIOSOS DE JESÚS

D. 6 enero 2019. La Epifanía del Señor

Mateo 2,1-12.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Es san Mateo el único de los cuatro evangelistas que nos habla de la llegada de los magos a Belén. Recodemos que san Lucas es el que nos transmite la escena del pesebre y de los pastores, luego, de los ancianos Simeón y Ana. Es necesario que los todos los católicos vayamos conociendo de cerca los cuatro evangelios. Los sacerdotes, predicadores y comentaristas de los santos evangelios, debemos hacer siempre estas necesarias menciones de la diversidad y complementariedad de los evangelios a fin de que nuestros católicos vayan creciendo en el conocimiento de los mismos. No se toma mucho tiempo el hacerlo.

La intención del evangelista es presentarnos la universalidad de la persona de Jesús, del Hijo de Dios. Vino a este mundo como un completo desconocido, naciendo en Belén de Judea. Se manifiesta a estos sabios del oriente sin abandonar su situación de pobreza. Hay que notar que el evangelista no dice que fueran reyes ni que fueran tres, ni mucho menos consigna sus nombres. Simplemente se trataba de unos magos, unos buscadores de la sabiduría, unos estudiosos de las estrellas. Hay personas, incluso culturas que se dedican a algo más que comer y satisfacer las necesidades del cuerpo. Nuestra cultura moderna se distingue por eso, por ser muy materialista: buscamos la diversión, el consumo, el descanso, el bienestar. Hay que decir que esto es legítimo siempre y cuando se le otorgue su justo lugar en nuestras prioridades.

Los judíos esperaban a un Mesías, un Ungido de Dios que viniera a restablecer su reinado, el esplendor del reinado judío que había alcanzado el rey David y su hijo Salomón. Son numerosas las profecías que nos hablan de esa expectativa que había en el pueblo. Pero no lo esperaban así como llegó. Ellos querían a un guerrero y a un conquistador, a un enviado cargado de poder humano.

En cambio, los pueblos paganos en realidad ni soñaban con una utopía para la humanidad. Los romanos del poder sólo se ilusionaban con la conquista y el sometimiento de los muy diversos pueblos de sus dominios. Así los egipcios, los asirios, los caldeos, los griegos, etc. En cambio, estos personajes sacados a escena por Mateo, extrañan porque no buscan el poder sino a un ‘rey de los judíos’, y son conducidos por una estrella hasta el recién nacido en Belén. La estrella no fue suficiente para llegar hasta Jesús, necesitaron de la ayuda de Herodes y de los sumos sacerdotes y escribas para conocer el lugar preciso donde se encontraba este ‘rey de los judíos que había nacido’. Lo encuentran, y lejos de decepcionarse por su carencia de poder humano, se quedan complacidos y le ofrecen sus dones.

¿Quiénes son estos magos? Por la tele y por internet sabemos que hay pueblos que se dedican a cultivar la espiritualidad. Los vemos habitando en las montañas del Tíbet y en otras regiones del mundo. Son las religiones del oriente. Buscan la ‘iluminación’. Hay algunas personas entre nosotros, en algunos sectores, que se sienten atraídos de alguna manera y ocasionalmente hacia ciertas prácticas de esas religiosidades: el yoga, el zen, el hinduismo, etc. Es que el materialismo de nuestra cultura de plano no satisface.

Estos magos del oriente eran sabios estudiosos de las estrellas. Este halo de misterio que envuelve a las espiritualidades del oriente le sirve al evangelista para atraer nuestra atención hacia el Mesías que hemos estado esperando. Es Jesús. Ha nacido en Belén. Herodes, representante de los poderosos de todos los tiempos, se vuelve contra este pequeño indefenso porque se siente amenazado en su poder. Este niño jamás pretenderá un trono tan pequeño y tan espurio como el de Herodes, o como el de César Augusto.  Sin embargo, este pequeño sí es una ‘amenaza’, si se le toma en serio, para todos los que aspiran y se aferran al poder. Porque precisamente en su pequeñez, en su pobreza, en su indefensión, en su despojo de sí mismo, este Mesías nos dará la clave del verdadero poder del hombre. El verdadero poder del hombre está en el poder de Dios: humíllate y serás engrandecido, nos enseñará y nos hará ver Jesucristo en su toda su persona. En este pequeño encontramos la sabiduría de Dios, su salvación, su justicia, su paz para todos los pueblos, su amor por toda la humanidad. En este pequeño encontramos la plena realización de pueblos y personas. ¿Por qué no lo buscamos en los santos evangelios? Volvámonos ya no estudiosos de las estrellas, sino de Jesús en los santos evangelios.

 

 

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