Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





SEAMOS SEGUIDORES, NO DEVOTOS, DE JESÚS

13º domingo ordinario. 30 junio 2019

Lucas 9,51-62.

 

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Desde el comienzo de su ministerio, Jesús había llamado a unos pescadores en su seguimiento. Así lo leemos: "Desde ahora serás pescador de hombres. Llevaron a tierra las barcas y, dejándolo todo, le siguieron” (Lucas 5,10-11). También el domingo pasado escuchamos las condiciones que nos pone Jesús para ser cristianos o católicos: "Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame” (Lucas 9,23). Y ahora, que Jesús camina decidido a Jerusalén, a su pascua, a su entrega de la vida, continúa llamando personas en su seguimiento. Aquí aparecen tres, pero debemos pensar que éstos son meramente representativos de los muchos más que con toda seguridad Jesús llamó por el camino.

En la Iglesia católica, lo mismo que en otras congregaciones no católicas, nos hemos construido toda una estructura religiosa que nos impide entrar en las intenciones de Jesús. Nosotros pensamos que ser católicos consiste en rezar, en asistir a Misa de vez en cuando, en bautizarnos desde pequeños, en portarnos más o menos aceptablemente: ‘no mato, no robo, no cometo adulterio’, decimos muchas veces. Y algunos, pensando ser más católicos que lo ordinario, se hacen de algunas devociones y prácticas piadosas.

Todo esto estaría muy bien si entendiéramos y viviéramos la religión como la entiende Jesucristo. ¿Cómo vivió él su misión en este mundo? ¿Vino para que le hiciéramos algunas imágenes para ponernos a rezarle, y mostrarle nuestro cariño a través de esas imágenes? En los santos evangelios no aparece que él nos pida tal cosa. Y no es que esté mal, lo malo está en que nos quedamos en eso.

¿A qué vino Jesús, qué es lo que nos pide a los que queremos ser cristianos? Pues no sólo a los que queremos, sino incluso a los que no quieren pero les conviene serlo, porque Jesús es salvación para todo el mundo.

Jesucristo nos llama a seguirlo. ¿Cómo le seguimos los pasos a Jesús si no lo vemos físicamente? Pues ahí tenemos los santos evangelios para que nos pongamos a estudiarlos, y pongamos de una vez por todas a absolutamente todos los católicos a hacerlo.

Jesucristo apareció en Galilea proclamando una buena noticia, la llegada del reino de Dios. Decía por las afueras de Cafarnaúm: "También a otras ciudades tengo que anunciar la Buena Nueva del Reino de Dios, porque a esto he sido enviado”  (Lucas 4,43). "A esto he sido enviado”, permítanme repetir. Jesús no solamente proclamó verbalmente la llegada del reino de Dios sino que lo fue haciendo presente y bien palpable para las gentes de la marginada Galilea por medio de milagros, por medio de sus enseñanzas, de encuentros con los que las gentes salían profundamente transformadas, hasta por medio de sus conflictos con los notables del pueblo judío. A los discípulos los llamó para enviarlos a predicar el reino de Dios: "Convocando a los Doce, les dio autoridad y poder sobre todos los demonios, y para curar enfermedades; y los envió a proclamar el Reino de Dios y a curar” (Lucas 9,12).

¿Qué es el reino de Dios? Para abreviar explicaciones, decimos que el reino es el proyecto que nace de Dios de crear un mundo de  paz, de amor, de fraternidad, de justicia, de igualdad, de inclusión con todos los seres humanos. Si Jesús trae este proyecto en el corazón, nosotros no debemos cambiarlo por devociones. Jesús nos llama para que colaboremos con él en la edificación de este reino.

Es preciso decir que todavía muchísimos católicos, y aún entre los mismos clérigos, continuamos con el código interno de que sólo los sacerdotes y las religiosas son los llamados por Jesús. No es así. Jesucristo nos llama a todos para que nos comprometamos con él en la obra del Padre. Dediquemos toda nuestra vida en hacer este mundo como Dios lo quiere, y según los procederes del mismo Jesucristo plasmados en los santos evangelios.

Hay muchas maneras en estos tiempos modernos de sumarnos a la obra de Jesús: demos a conocer los santos evangelios, asumamos algún apostolado especialmente de servicio y de caridad, trabajemos por hacer una sociedad más sana, menos violenta, con leyes a favor de los más desamparados, con políticos menos corruptos, participemos en los movimientos sociales más sanos, etc.

 

 

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