Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     




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¿ENTENDEMOS LAS PARÁBOLAS DE JESÚS?

Domingo 26 de julio de 2020

17º ordinario

Carlos Pérez B., pbro.

 

El de hoy es el tercer domingo que le dedicamos al capítulo 13 de san Mateo. Jesucristo nos está explicando el misterio del reino de los cielos. Estamos a la orilla del lago de Galilea, como pobres que lo buscan para adquirir salud y para conseguir sabiduría de sus labios, de su corazón, mucha más sabiduría que la que Dios le concedió a Salomón, según escuchamos en la primera lectura. Jesucristo no nos da explicaciones científicas o teológicas acerca del reino, lo hace por medio de parábolas, porque la suya, más que una explicación académica, es una invitación a formar parte de ese proyecto fantástico del Padre.

Hoy escuchamos cuatro parábolas para completar las ocho de este capítulo. ¿Cuál es ese tesoro escondido, cuál es esa perla de gran valor que encuentra una persona en su vida? Es el reino de los cielos, es el propio Jesucristo en persona. Nosotros somos cristianos, le pertenecemos a Cristo porque ha pasado frente a nosotros y nos ha llamado en su seguimiento. ¿Por qué nos hemos levantado detrás de él? Porque nos ha ganado el corazón, nos ha cautivado. Quienes así viven el llamado de Jesús, esos son los verdaderos cristianos. No somos, ni se vale serlo, católicos por costumbre, porque todo mundo lo es, porque me bautizaron de chiquito, porque no conozco otra religión. Eso no sirve de nada. Tenemos que trabajar mucho, pausadamente, con decisión, con delicadeza pero con firmeza, para llegar a todos nuestros católicos con ésta que en realidad es una invitación personal de Jesús: el que lo encuentra a él no se detiene para dejar todo y quedarse con él.

Los apóstoles eso hicieron. Le decía Pedro a Jesús: "nosotros lo hemos dejado todo y te hemos seguido” (Mateo 19,27). Me encanta el testimonio de san Pablo en la carta a los filipenses: "Pero lo que era para mí ganancia, lo he juzgado una pérdida a causa de Cristo. Y más aún: juzgo que todo es pérdida ante la sublimidad del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por quien perdí todas las cosas, y las tengo por basura para ganar a Cristo” (Filipenses 3,7). Y san Pablo no se está refiriendo a que dejó cosas materiales, dinero, o familia por seguir a Cristo, sino lo que había sido su pasión o fanatismo de toda la vida, su religión judía.

San Francisco de Asís, Santa Clara de Asís, dejaron todos sus bienes, todos los atractivos de este mundo por conseguir a la persona de la que se habían enamorado, Jesucristo. A veces no quisiera uno recurrir al ejemplo de los santos ante el temor de que los católicos de la base piensen que es algo muy lejano para ellos, que no aspiran a ser santos: "yo nada más soy católico, no fanático”, dicen muchos. Contra esa falsa idea es contra la que tenemos que luchar  en la Iglesia católica: Jesucristo no te está llamando para que seas simplemente católico, para que tengas ciertas creencias y te refugies en ellas, para que pienses que con eso es suficiente. No. Si no descubres en Jesucristo un verdadero tesoro o una perla preciosa, entonces no tiene caso que seas católico ni cristiano. Mejor inscríbete en algún club social, en alguna agrupación de buenos amigos.

Estudia los santos evangelios, déjate llamar por Jesús, por su proyecto del reino, por ese proyecto de Dios para esta humanidad. Estudia a Jesús en los santos evangelios para que lo conozcas, para que te enamores de él, para que sigas sus pasos. No hay otra forma de ser cristiano.

Por otro lado, hay cosas que nos parecen muy drásticas de parte de Jesús, como la parábola del trigo y la cizaña y la de la red. Dios va a separar a unos de otros, los que no sirven, a la basura, los que sí supieron servir en su vida, a la canasta de Dios. Pero más que pensar en el juicio final, mejor dejémonos recapacitar por estas impactantes parábolas de nuestro Maestro. Animémonos a convertirnos. Seamos útiles a la causa del reino.

Y finalmente, Jesucristo les pregunta a sus discípulos de ayer y ahora: ¿han entendido todo esto? Los discípulos de aquel tiempo le contestaron que sí. Pero no era cierto, Jesús y su buena noticia del reino son un misterio. Nosotros le contestamos que no le entendemos a cabalidad por lo que queremos que él siga siendo nuestro Maestro a lo largo de nuestra vida y de la historia, hay muchas cosas que se nos quedan en la penumbra y él, por medio de su Espíritu, nos pueden iluminar, para que seamos como ese escriba versado en las cosas del reino.

 


 

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