Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





DICHOSOS LOS QUE OYEN LA PALABRA DE DIOS


En septiembre celebra nuestra Iglesia el mes de la Biblia. Lo hacemos con la intención de promover su lectura entre todos nuestros católicos. Ya casi todas las familias tienen su Biblia en casa, pero no la leen, ¿por qué? Quizá porque no nos atrae entrar a un libro que tiene tantas páginas, y si leemos un pasaje, nos puede resultar tan desconocido o ajeno a nuestra vida que preferimos ponernos a rezar algo más sencillo. O quizá porque estamos acostumbrados a este mundo de imágenes, y la Biblia son páginas y páginas llenas de letras. Desde luego que es más cómodo, en el sentido en que requiere menos esfuerzo, tener solamente el signo sin abrirlo.

Quiero utilizar la siguiente motivación esperando convencerlos de la importancia que tiene la lectura de la Biblia en nuestra vida cristiana.

Leer la Biblia no es una devoción más de las varias que tenemos. Escuchar a Dios es la base de nuestra religión. Quien tiene muchas devociones, pero no escucha a Dios, no le sirven sus devociones, al contrario, puede ser que le estorben, que se vuelvan contraproducentes, porque en vez de escuchar a Dios, lo que hace uno es encerrarse en su propia religiosidad. En este caso, uno se convierte en dios para uno mismo.

Los católicos que no leen la Biblia, tienen puesta su fe en un Dios mudo, que no les habla. Los católicos que no leen diariamente alguna página de los santos evangelios, tienen puesta su fe en un Jesucristo que no habla, en un Jesucristo mudo. Y, a fin de cuentas, ese Dios y ese Jesucristo lo convertimos en un ídolo mudo. No habla pero sí lo podemos adorar, sin necesidad de obedecerlo. Es lo que hacen las demás religiones de la historia: sus dioses no les hablan, sólo aceptan los sacrificios de sus adoradores.

Los católicos que queremos fomentar, son aquellos que empiezan a leer los evangelios, cada día, no como un acto de lectura sino como una relación de escucha con el Maestro. Esto es un verdadero discípulo, el que escucha a su Maestro, el que se deja educar, formar, conducir por él; el que se deja corregir, amonestar por Jesús; el que se dejar fortalecer, llenar de la gracia de su Guía y Señor.

Jesucristo declara dichosos a los que oyen la Palabra de Dios y la cumplen (Lucas 11,28).

Ésta es la verdadera religión que quiere Jesucristo. Nos lo dice con estas palabras:

"No todo el que me diga: Señor, Señor, entrará en el Reino de los Cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre celestial. Muchos me dirán aquel Día: Señor, Señor, ¿no profetizamos en tu nombre, y en tu nombre expulsamos demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: ¡Jamás los conocí; apártense de mí, agentes de iniquidad! Así pues, todo el que oiga estas palabras mías y las ponga en práctica, será como el hombre prudente que edificó su casa sobre roca” (Mateo 7,21-24).

En este pasaje tomado del sermón de la montaña, se ve claramente que por encima de nuestros rezos y devociones, lo que quiere Jesús es que escuchemos sus palabras y las pongamos en práctica.

 

Su hermano en Cristo:

Pbro. Carlos Pérez Barrera


 

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