Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
No se arrepiente de haber respaldado la resistencia civil de 1986
 
 La Pastoral social, la lucha del obispo Almeida Practicar la fe en beneficio de los que menos tienen: Obispo Almeida
 
Mesurado con la experiencia que dan noventa años de vida, Adalberto Almeida y Merino, el arzobispo emérito de Chihuahua, habla de las críticas que tuvo que enfrentar al interior de la diócesis porque algunos de sus sacerdotes lo acusaban de ser izquierdista debido a su trabajo pastoral, de sus diferencias con el arzobispo José Fernández Arteaga, del papel que jugó la iglesia en la lucha política de 1986, de l coincidencia que tiene con los principios del PAN, del pleito que tuvo con el extinto gobernador Oscar Flores y del conflicto postelectoral que vive actualmente México.
 
Con voz pausada que apenas se escucha pero con gran lucidez, don Adalberto concede la entrevista en su casa, donde pasa buena parte del tiempo tocando piano, escuchando música clásica y leyendo el periódico.
 
No hay duda, para el hombre que acaba de celebrar cincuenta años investido de obispo lo más importante es la pastoral social, vivir y practicar la fe en beneficio de los que me-nos tienen, como lo manda el cristianismo. Se le iluminan los ojos de emoción cuando recuerda su participación en todas las sesiones del Concilio Vaticano Segundo que se celebró en Roma durante 1962.
 
Fungía como obispo en Zacatecas cuando fue llamado a participar en el Concilio y desde entonces considera ese acontecimiento como el momento más grande de su vida. A su juicio, el Concilio Vaticano Segundo vino a renovar la estructura eclesiástica de forma y de fondo porque permitió que los feligreses se involucren en la liturgia religiosa. Recuerda que antes la misa se celebraba sólo en latín y a partir de entonces los sacerdotes la hacen en la lengua regional para que todos los católicos la entiendan. Antes la gente iba a misa con devoción pero no entendían lo que decía el sacerdote; en cambio, ahora los fieles son parte de la liturgia, participan en ella, la disfrutan”, puntualiza. Don Adalberto está convencido que a partir del Concilio Vaticano Segundo aumentó la feligresía católica porque los fieles entienden y participan en la liturgia. "Antes la teología estaba muy bien elaborada, era hermosa, muy bonita, pero estaba alejada de la realidad”, hace ver. Y argumenta: "El Concilio es eminentemente pastoral, aplica la fe a la vida porque una fe sin obra no salva a nadie, ahora nuestra fe es más viva, hay más compromiso, abarca todo el hombre, en lo económico, político, cultural, porque ahí está el hombre y el hombre es el que peca”.
 
El arzobispo emérito es muy claro al distinguir la pastoral del Concilio Vaticano Segundo con la teología marxista. "La fe es liberadora, pero cuidado porque hay una liberación falsa, marxista, sin Dios, basada sólo en el aspecto económico, esa la rechazo definitivamente”, señala. El Concilio busca la renovación del hombre, de su ser, su dignidad, de todos sus valores y en eso es donde tiene que trabajar la iglesia, puntualiza. La labor de la iglesia en el terreno social es fundamental, por eso algunos confunden la pastoral con causas marxistas, indica. Don Adalberto lo sabe bien porque algunos de su sacerdotes no entendían la pastoral social que promovía en la diócesis y lo acusaban de izquierdista. "Algunos pensaban que yo andaba en el socialismo y esas cosas marxistas pero yo nunca me metí por ahí, el marxismo niega a Dios”, dice riendo. Confiesa que esa situación ha sido la más difícil de su vida de obispo porque la colaboración de los sacerdotes es fundamental para hacer un buen trabajo en la diócesis.
 
"Un obispo sin sacerdotes no hace nada; en cambio, si tiene un buen clero; único, organizado, puede hace mucho trabajo, mucha evangelización”, explica. Afortunadamente, asegura que la mayoría de los sacerdotes de la diócesis entienden la pastoral; social y hasta la fecha secundan entusiasmados su promoción. Además, Don Adalberto no estaba solo en la cusa. Lo acompañaban los extintos obispos de la Tarahumara y Ciudad Juárez, José Llaguno y Manuel Talamás Camandarí, respectivamente. Al arzobispo emérito está muy agradecido con todos los sacerdotes chihuahuenses que trabajaron a su lado, pero menciona con especial afecto a Dizán Vázquez, Luis Padilla y Camilo Daniel. La línea de la pastoral social que marcó don Adalberto cambió sustancialmente cuando José Fernández Arteaga asumió el arzobispado de la diócesis de Chihuahua, pero el entrevistado es renuente a abordar el tema. "Sí hay diferencias, cómo no, las formas son distintas, totalmente”, confiesa escueto cuando se le cuestiona si hay diferencias entre e uno y otro arzobispo. Aclara que nunca ha comentado esta diferencia con Fernández Arteaga, a quien respeta y estima como su arzobispo que es, pero tampoco descarta que pueda hacerlo. "Si me preguntara, si me dijera algo, le contestaría lo que pienso”, responde y señala que la iglesia tiene líneas fundamentales que no deben cambiar porque provoca daños. ¿Y aquí han cambiado?, se le cuestiona y contesta sin vacilar. "No degustan muchas cosas pero las respeto, todos tendremos que dar cuentas a Dios”.
 
El arzobispo emérito fue uno de los personajes clave en la lucha política en el "verano caliente” de 1986 cuando el PAN realizó un gran movimiento de resistencia civil para denunciar el ¡fraude que se supone cometió el PRI en la elección de gobernador. "Nos metimos de lleno”, dice sonriente y recuerda que la iglesia publicó varios documentos donde llamaba a votar con responsabilidad y organizó talleres para promover la democracia. Don Adalberto no se arrepiente de haber denunciado el fraude electoral y de haber respaldado la resistencia civil. "No nos podíamos quedar cruzados de brazos, si le quitamos la dimensión social qué tiene la fe nos queda una teoría muy hermosa pero una teoría que no influye en la vida”, justifica. Aclara que con su investidura no puede apoyar a ningún partido, pero confiesa que comulga con los valores del PAN. "Los valores del PAN coinciden mucho con los principios cristianos”, argumenta. No duda en describir al presidente Vicente Fox Quesada como un nombre bueno y recto que busca los valores positivos.
 
"Ha hecho cosas buenas a pesar de las dificultades que tiene, lo considero un Gobierno positivo, México ha avanzado en la democracia y seguirá avanzando”, indica contundente. Aclara que el poder corrompe, por eso no descarta que en el Gobierno haya personas que busquen ventajas personales. Don Adalberto habla de su relación con los últimos gobernadores de Chihuahua. Asegura que con todos ha tenido una buena relación, incluso con el extinto Oscar Flores, con quin tuvo un conflicto e principios de los ochenta. Con Oscar Flores hubo buena relación hasta que nos peleamos, comenta riendo y explica que al entonces gobernador no le pareció correcta la intervención del arzobispado en la vida política de Chihuahua y en venganza le quitó el terreno que ya le había donado para una iglesia. Siempre he tenido buena relación con todos, respeto mucho su campo, trato de no inmiscuirme en cosas que no me corresponden, a menos que lesionen los derechos del pueblo, ahí si hablo, no me puedo quedar callado porque sería complicidad, puntualiza. Sin mencionar nombres, revela entre risas que algunas personas trataron de callarlo con regalitos que rechazó porque le que eran sobornos. "Nunca acepté” aclara. ¿Eran gobernantes? Se le inquiere y contesta escueto: "Pues sí”. ¿Qué piensa de Fernando Baeza? "Es un hombre bueno, su familia es muy cristiana, nos comunicamos bien, se acercó, fue conciliador.” ¿De Francisco Barrio? "Nos tratamos con respeto, su familia es muy católica, sus hermanos fueron acólitos en la iglesia de San Francisco”.
 
¿De Reyes Baeza? "No lo he tratado, pero todo se ve bien, hizo buen trabajo como presidente municipal y parece que también lo está haciendo bien como gobernador”. Para Don Adalberto ha valido la pena luchar por la democracia, por eso le preocupa el conflicto postelectoral que vive actualmente México. "La democracia se debe respetar, el voto se debe respetar si el pueblo dice que no, es no; no deben tratar de llegar a como dé lugar, no deben violar los derechos, no pueden insistir a fuerza”, señala en clara referencia al perredista Manuel López Obrador, El arzobispo emérito recuerda la Segunda Guerra Mundial como uno de los momentos más difíciles que ha enfrentado a lo largo de su vida. Cursaba el sacerdocio en roma a finales de los treinta cuando se desató la guerra y en el Vaticano se dificultó la manutención. Nuestro superiores tenían dinero pero no había comida en las tiendas, no había dónde comprar, tuvimos que privarnos mucho, limitarnos, recuerda con tristeza. Cuenta con orgullo que fue ordenado obispo cuando tenía apenas cuarenta años. Primero estuvo en la diócesis de Tulancingo, Estado de México.
 
Luego lo trasladaron a Zacatecas y finalmente regresó a Chihuahua, su tierra, con su gente, donde le tocó suceder a monseñor Antonio Guizar Valencia, a quien quiso tanto. Pero Don Adalberto no para. Apoya en todo lo que puede el Cedre, centro que él mismo impulsó hace varios años, donde rehabilitan drogadictos. Asegura que el Cedre tiene excelentes resultados porque el personal que lo atiende asume como base la fe religiosa con un gran cariño.
 
"la gente llega vacía, sin nada en la mente ni en el corazón, destruida física, psíquica y moralmente, maltratada, lastimada”, dice con tristeza. Son drogadictos que necesitan comprensión, ayuda, para recuperar la fe y rehabilitarse, hace ver. Le entusiasma tener la oportunidad de ver el reencuentro de las familias cuando los drogadictos se rehabilitan. Son momentos muy emotivos. Indica. Otro de sus orgullos es Cáritas, centro que don Adalberto creó hace años con una gran visión de pastoral social, donde ayudan con despensas y medicinas a las personas marginadas.
 
Contento, agradece las muestras de cariño que brindaron los feligreses chihuahuenses en la misa donde celebró sus cincuenta años de obispo. "No a cualquiera le aplauden, ya me lo han hecho notar algunas personas,, pero no me lo tomo personal, pienso que es la manifestación de fe que hace el pueblo que quiere a sus pastores”, dice con modestia.

 

 

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