Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 

Tres Insignes Doctores

septiembre 19-2008
Lic. Ángel Roa Hernández

El Calendario Litúrgico en este mes nos presenta la figura de tres grandes Padres y Doctores de la Iglesia, cada uno en el orden de su aparición en el santoral de septiembre: San Gregorio Magno, Papa y Doctor de la Iglesia; San Juan Crisóstomo, Obispo y Doctor de la Iglesia y San Jerónimo, Obispo y Doctor de la Iglesia. Antes de hablar un poco de ellos, conviene resaltar el porqué la Iglesia les concede el título de Doctor.

Después nos referiremos brevemente a su obra dentro de la Iglesia, conviniendo aclarar que hay muchos más Padres y que sólo nos referimos a algunos por el tema que nos ocupa. Se designan como "Padres de la Iglesia”, en sentido estricto, a aquellos autores cristianos antiguos anteriores al año 750. Se les caracteriza por ser de doctrina ortodoxa, santidad de vida y por contar con el reconocimiento al menos tácito de la Iglesia.

A quienes carecen de alguna de las tres últimas características se les conoce como "Escritores eclesiásticos”. Tanto los Padres de la Iglesia como los Escritores eclesiásticos tienen como rasgo común la antigüedad, pues a causa de ésta se convierten en testimonio de la fe y de la Tradición de la Iglesia, sobre todo en los primeros siglos cuando nace el dogma y la teología.

Algunos de estos Padres de la Iglesia reciben, en sentido estrito y desde antiguo, el nombre de Doctores de la Iglesia quienes, con las características propias de los Padres de la Iglesia, les acompaña, además, una ciencia eminente y una declaración explícita por parte de la Iglesia.Tradicionalmente, la Iglesia cuenta con ocho doctores; cuatro pertenecen a la tradición Occidental y cuatro a la Oriental.

A la primera tradición pertenecen san Ambrosio, san Jerónimo, san Agustín y san Gregorio Magno; mientras que san Atanasio, san Basilio el Grande, san Gregorio Nacianzo y san Juan Crisóstomo pertenecen a la tradición Oriental. Vale la pena resaltar que san Atanasio, aunque aquí así lo presentemos, no figura dentro de la tradición Oriental estrictamente.

La autoridad doctrinal en los escritos de los Padres de la Iglesia reside en que son testigos de la Tradición y no depende tanto en que su autor sea un santo o un hereje, de que sea conocido o desconocido, o de que el escrito circule bajo un nombre falso o auténtico.

Aunque con esto no se quiera decir que en un primer momento no se haya de conceder una especial atención a los autores que en general se muestran acertados y cuya vida respalda su doctrina.Se les llama, además, Padres de la Iglesia y lo son porque, en palabras del Papa Juan Pablo II, «ellos, con la fuerza de la fe, con la profundidad y riqueza de sus enseñanzas, engendraron y formaron a la Iglesia en el transcurso de sus primeros siglos. Son de verdad "Padres” de la Iglesia, porque la Iglesia, a través del Evangelio, recibió de ellos la vida.

Y son también sus constructores, ya que por ellos –sobre el único fundamento puesto por los Apóstoles, es decir, sobre Cristo– fue edificada la Iglesia de Dios en sus estructuras primordiales». «Fueron y siguen siendo los Padres de la Iglesia, porque ellos constituyen, en efecto, una estructura estable de la Iglesia y cumplen una función perenne en pro de la misma, a lo largo de todos los siglos.

De ahí que todo anuncio del Evangelio y Magisterio sucesivo deba adecuarse a su anuncio y magisterio si quiere ser auténtico; todo carisma y todo ministerio debe fluir de la fuente vital de su paternidad; y, por último, toda piedra nueva, añadida al edificio santo que aumenta y se amplifica cada día, debe colocarse en las estructuras que ellos construyeron y enlazarse y soldarse con esas estructuras»
.«Es por eso, que la Iglesia guiada por esta certidumbre, no deja nunca de volver sobre los escritos de esos Padres –llenos de sabiduría y perenne juventud– y de renovar continuamente su recuerdo» (Carta Apostólica Patres Ecclesiae, con ocasión del XVI Centenario de la muerte de san Basilio, en Osservatore Romano, edición castellana [27-I-1980]).
 
San Gregorio Magno
Nació en Roma hacia el año 540, en el seno de una familia patricia. La primera fuente sobre la vida de Gregorio la encontramos en sus propias obras. Desde muy joven comenzó su ascenso en cargos administrativos al igual que su padre, y en el 572, asumió el cargo de praefectus urbis, el más alto de Roma.De experiencia política, administrativa y monástica, Gregorio logró poner su vida bajo las coordenadas de "acción y contemplación”, agregando a ellas la "predicación”. Murió el 12 de marzo de 604.

A partir de él los papas comienzan a llamarse como él lo hiciera: "Siervo de los siervos de Dios”. Su obra maestra fue Vita Gregorii.En la iconografía es representado aún joven, en general rubio y sin barba, con un libro en la mano, o bien, en la forma de un anciano canoso, con barba blanca, siempre con el libro y muy a menudo con una paloma (el Espíritu Santo), que le sugiere cuanto escribe en el libro o dicta a alguien.
 
San Juan Crisóstomo

No hay fecha cierta de su nacimiento, aunque se le ubica en el 350, en Antioquia, en el seno de una familia de posición social elevada. Observante desde muy joven de la vida eremítica, se retiró de ella por su débil salud. Fue ordenado sacerdote en el 386 por el Obispo Flaviano. De profundo celo religioso, su espléndida elocuencia le valió el sobrenombre de Crisóstomo "boca de Oro”.

En Antioquia es donde pronunció Juan todos sus discursos más famosos. En la iconografía aparece como un obispo con barba, alto y delgado, revestido con paramentos sagrados del rito griego. Su atributo es un libro, o más raramente, un enjambre de abejas que alude a su elocuencia dulce como la miel.
San Jerónimo
Del griego Ieronymus, que significa: "que tiene un nombre sagrado”. Nacido probablemente en el 347 en Cavallera. Hijo de padres cristianos y bautizado en Roma en el año 366. Su vida esta marcada por tres períodos: el oriental, el romano y un segundo periodo oriental. En el primer periodo es ordenado presbítero por Paulino, a la sazón Obispo de Antioquia. En este periodo escribió la obra La Vita Pauli Monachi, donde asentó las bases del eremitismo occidental.

El segundo periodo de su vida fue fundamental, pues en él se encontró con Dámaso quien influyó en su conversión definitiva hacia la actividad bíblica. En el tercer periodo, segundo oriental, Jerónimo regresa al Oriente, estableciéndose en Belén. Los años del 386 al 393 marcaron una intensa actividad literaria en la vida de Jerónimo pues durante este tiempo comentó varias cartas paulinas.
 
 
 

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