Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


3 de mayo 2010
¿Les importan de veras los niños?
PBRO. DIZÁN VÁZQUEZ
La presión que está sufriendo en la actualidad la Iglesia católica no tiene precedentes. Una de las mayores manifestaciones de hostilidad contra la Iglesia es hoy la condena universal por los abusos sexuales a menores, cometidos por clérigos católicos. La hostilidad por esta causa se suma hoy a muchísimas otras manifestaciones de anticatolicismo, de tal manera que ya tiene visos de una persecución sistemática. No se vaya a pensar que al calificar de persecución las críticas a la Iglesia por los crímenes de pederastia, estoy negando tales hechos o, peor aún, los estoy minimizando. Estoy convencido que un solo caso de esos, cometido por un sacerdote en todo un siglo, sería demasiado y debe ser lamentado y castigado como un hecho abominable.
Pero no nos vayamos con la finta y pongamos las cosas, y las cifras, en su verdadera dimensión… y en su verdadera intención. Los articulistas y conductores de radio y TV, que son los verdaderos "maestros de este mundo”, los que forman la opinión pública, no cesan de señalar un caso tras otro en un país tras otro. Seguramente cuando se les acaben los países conocidos, se van a ir a hurgar en el Himalaya o en la península de Kamshatka para ver si allá también se han dado estos lamentables casos.
Lo peor de todo es que con sus acusaciones dirigidas a un solo objetivo, contribuyen a echarle tierra al verdadero problema, a cubrir con una cortina de humo la pavorosa realidad que hoy significa el abuso sexual a niños, incluso en nuestra propia patria. Por eso es legítimo preguntarse si a esos acusadores que tanto se escandalizan del clero, les importan de verdad los niños. Veamos algunas cifras puestas en su verdadero contexto.
En Estados Unidos, país donde estalló el problema de la pederastia clerical, en el 2001, aproximadamente 903,000 niños fueron víctimas de maltrato, de los cuales el 10%, 90,000, sufrieron abuso sexual. El 59% de los agresores fueron mujeres y el 41% fueron hombres. El 86% de los abusadores sexuales de niños eran miembros de la familia o amigos de la misma, incluso el 10% de los niños abusados fueron víctimas de su propio padre y el 9% del "amigo” de la madre. Según otra investigación, el 85% de los agresores fueron miembros de la familia, cuidadoras, vecinos, amigos y parientes de la familia.
De acuerdo con una encuesta del Washington Post, en los últimos cuarenta años, menos del 1.5% de los 60,000 sacerdotes que hay en EU fueron acusados de abuso sexual de niños y según el New York Times, cometieron este crimen el 1.8% de los sacerdotes ordenados entre 1950 y 2001.
También conviene saber que lo que la prensa engloba en el concepto de pedofilia de sacerdotes, no siempre lo es, pues en la mayoría de los casos las víctimas son adolescentes y jóvenes. En este último caso están entre el 80 y 90% de los sacerdotes. Este dato más el aportado recientemente por el vocero de la Santa Sede, el P. Lombardo, que de los casos tratados por la misma, el 60% corresponde a relaciones con jóvenes varones, lo cual confirma la declaración hecha por el cardenal Bertone en Chile, que levantó tantísimo polvo, de que el problema, al menos en sacerdotes, está ligado a la homosexualidad. Tal conclusión reafirma la validez de la reciente disposición de la Santa Sede de extremar la prohibición de admitir a muchachos con esas tendencias en los seminarios.
Los estudios han llevado también a conocer que mientras entre .2 y el 1.7 de sacerdotes ha cometido pedofilia, la cifra asciende entre el 2 y el 3% entre pastores protestantes, ¡y eso que muchos quieren asociar la pederastia con el celibato! Semejantes datos se aplican también a los rabinos y especialmente a los dirigentes de los testigos de Jehová. Desde luego que al observar el comportamiento en el campo de los entrenadores deportivos, maestros, etc., las cifras se elevan a cantidades espeluznantes. Estas mismas proporciones se observan también en otros países donde ha explotado la bomba mediática enfocada exclusivamente en la Iglesia y en el clero católico. En Alemania, por ejemplo, las acusaciones contra sacerdotes equivalen al 0.001 de todas las denuncias.
Pero echemos un vistazo a México, ¿Cómo andan aquí las cosas? Los medios no se cansan de machacar una y otra vez, con hasta tres o cuatro noticias al día, la pederastia de los curas, tanto en México como en el mundo. El abuso de niños en México, en efecto, es un problema de proporciones alarmantes, pero sus actores principales no son ni con mucho los sacerdotes católicos. México es un paraíso para los turistas pederastas. Esto se dice en los medios, pero se dice muy de vez en cuando y sin el énfasis que se le da a las noticias en que el clero está involucrado. Una nota publicada al momento de escribir este artículo, dice que en México, de 23 millones de usuarios menores de Internet, uno de cada cinco es contactado por un pedófilo y que a nivel mundial la explotación de menores ocupa el tercer lugar en la lista de delitos cibernéticos. En enero de 2004 se registraron 72,100 sitios de pornografía de menores de edad y dos años después existían ya más de cien mil sitios.
¿Dónde están los defensores de los niños que cómodamente se reducen a acusar a los sacerdotes, como si el problema fuera exclusivo o en mayor medida de éstos? Un estudio mostró que en el primer semestre de 2002, los 61 mayores periódicos de California publicaron 2,000 historias sobre casos de pederastia de sacerdotes, mientras que ese mismo período publicaron sólo cuatro acerca de abusos en escuelas públicas, a pesar de que estos casos son abrumadoramente más numerosos. Gracias a ese golpeteo constante de los medios, una encuesta del Wall Street Journal-NBC News, mostró que el 64% del público pensaba que la pederastia era un problema predominantemente de los sacerdotes católicos.
Sin embargo, no hay mal que por bien no venga. Hoy por hoy no dudo que la Iglesia católica se va encaminando a ser la institución más purificada en cuanto al problema de la pedofilia, y que nuestros obispos por fin han tomado en serio el problema, aunque no sea más que por los golpes del escándalo. La Iglesia ya ha comenzado a limpiar la casa y los más rigurosos estudios del problema se han hecho por ella y para ella. ¿Cuándo podremos decir eso mismo de los demás colectivos? Y ¿cuándo comenzarán los medios a insistir en el asunto con la misma pertinacia que lo han hecho con la Iglesia católica? En el fondo, lo que tenemos que preguntarnos respecto a esos medios es: ¿les interesa de veras el bien de los niños o más bien golpear a la Iglesia? La pederastia es un terrible problema que nos exige solución a todos y la impunidad que ciertamente ha habido en la Iglesia para sus propios casos no es nada comparada con la impunidad, indiferencia y superficialidad con que la sociedad y las autoridades competentes actúan en este campo.
 

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