JESUCRISTO ES EL CAMINO, LA VERDAD Y LA VIDA, ¿LO CREEMOS?
Domingo 22 de mayo del 2011, 5º de pascua
Comentario a Juan 14,1-12.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
Este pasaje de san Juan corresponde a un momento de la Última Cena de Jesús con sus discípulos, la cena de la víspera de su muerte. El evangelista san Juan dedica varios capítulos a las enseñanzas que nuestro Señor les dejó a sus discípulos en esta Cena, como los últimos momentos que pasaría con ellos en su vida mortal.
Nosotros volvemos a esta Cena pero ahora la vivimos en el espíritu de la pascua. Nos sentamos a la mesa con Jesucristo resucitado. Jesucristo nos ha lavado los pies, ya no con agua sino con su misma sangre derramada en la cruz; nos ha dejado su nuevo mandamiento del amor, pero ahora lo entendemos mejor porque hemos comprobado que nadie tiene más amor que el que da la vida por sus amigos.
Antes de su muerte él nos había anunciado, para consuelo de nuestro corazón, y como una lectura de su propia muerte, su partida a la casa del Padre. Este mundo que ama la muerte le dio muerte efectivamente. Pero no se puede luchar contra la vida, la vida prevalece, la vida se impone. Entregar la vida para la obra del Padre es en realidad conservarla para siempre. Si entendemos esto, nuestro corazón, lejos de turbarse, se impregnará de valentía y de esperanza.
Yo preguntaría a todos los católicos, de uno por uno: ¿quieres ir a la casa del Padre? ¿Qué tantos deseos tienes? ¿O cuáles son tus anhelos, tus sueños? Los verdaderos discípulos de Jesucristo caminan detrás de él, como lo habían hecho aquellos primeros desde que los llamó hasta llegar a la cruz. Ahora Jesús nos lo ratifica: yo soy el Camino. Esto quiere decir dos cosas: que Jesucristo es camino y que no hay otro. El camino de la plenitud del ser humano no es este mundo, ni su poder, su dinero o su sistema económico, ni tantas cosas. Tampoco lo es nuestra religión, nuestra Iglesia o alguno de sus ministros. No. El camino de esta pobre humanidad es Jesucristo. ¿Lo vivimos así los que nos decimos cristianos? Jesucristo es el camino. No es estacionamiento, no es parálisis, como lo son algunas religiones, que nos paralizan en un sistema de creencias o en un código de leyes. Con Jesucristo es preciso caminar. La casa del Padre es el hogar que soñamos, la meta de este itinerario humano. Es preciso caminar para llegar al Padre. El manual de nuestra caminata es el Evangelio. Cuando hablamos de Jesucristo no nos referimos al Jesucristo de nuestra imaginación, al que nos hemos inventado en una oración intimista. No es ese nuestro camino. El camino es el Jesucristo verdadero del que nos dan testimonio los primeros cristianos que consignaron los santos evangelios con la inspiración especial del Espíritu Santo. Pongámonos en contacto directo con ese Jesucristo.
Jesucristo es la verdad. Frente a este mundo tan lleno de mentiras, tanto de los políticos y de gente muy religiosa como de las gentes de la calle, Jesucristo resplandece intensamente como la verdad. Jesucristo siempre se mantuvo fiel a la verdad, frente a los poderosos, frente al pueblo, nunca claudicó aún ante el riesgo de perder la vida. Pero, más que eso, los creyentes afirmamos categóricamente que Jesucristo en su Persona es la verdad sobre el ser humano, sobre la creación, sobre el amor, sobre Dios. Todas las cosas y personas creadas adquieren su pleno sentido en Jesucristo, en él vemos reflejada nuestra perfección.
Jesucristo es la vida. ¿Qué decir ante este mundo de muerte? Al mismo Jesucristo este mundo le dio muerte. Y es lo que estamos viviendo terriblemente día tras día en estos últimos años. Pero Jesús es la plenitud de la vida. Si pudiéramos hacerle llegar a Jesús a tantas gentes que lo necesitan: a los sicarios, a los políticos, a los que se dicen católicos pero no conocen a Jesús.
"Yo soy el camino, la verdad y la vida”. Sigamos rumiando en nuestro corazón estas palabras tan impactantes de nuestro Maestro, porque cualquier comentario sobre ellas siempre se queda muy corto. |
