Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
¿QUIÉN ES JESÚS PARA TI?
Comentario a Marcos 8,27-35.
Domingo 24º ordinario, 16 de septiembre de 2012
Carlos Pérez Barrera, Pbro.

     Este pasaje es de fundamental importancia en el evangelio según san Marcos. Este evangelista ha llamado constantemente nuestra atención sobre la identidad de Jesús. Cuántas veces menciona el evangelio la prohibición de Jesús de que las personas le cuenten a la gente un milagro que han presenciado o cualquier indicio sobre quién es él, como al espíritu impuro de la sinagoga de Cafarnaúm. De manera que llegando a este punto del evangelio nos damos cuenta por qué tantas llamadas al secreto mesiánico, para que nos vaya surgiendo la interrogante de quién es Jesús. Es importante saber a profundidad quién es Jesús, cuál es su misión en este mundo.

     La pregunta "¿quién soy yo?” se la hizo Jesús a los discípulos por el camino. San Mateo puntualiza que fue en Cesarea de Filipo, ya en tierra de paganos, mientras que Lucas lo hace en ambiente de oración. Para Marcos el acento está en el camino. Sólo en el camino detrás de Jesús se puede responder esta pregunta. (O sólo en tierra de paganos, o en ambiente de oración).

     La gente de aquel tiempo, lo mismo que nosotros, tenemos distintas ideas o conceptos acerca de Jesús. Pedro ha respondido "tú eres el Mesías”. ¿Es correcta la respuesta? ¿Por qué Jesús de nueva cuenta les prohíbe a los discípulos que se lo cuenten a nadie? ¿Qué no se trata precisamente de eso, de llevarles a todos el conocimiento de Jesús? Quizá Jesucristo quiera que no sea una respuesta que se repita de memoria, sino que cada quien llegue al conocimiento personal de él.

     La palabra hebrea Mesías o griega Cristo, se traduce como Ungido, Señalado, o Consagrado. Pedro respondía bien, pero sin entender a profundidad el mesianismo de Jesús. Para Pedro seguramente el Mesías era un caudillo como el rey David, triunfador sobre todos sus enemigos, por la vía de las armas, con el poder de los reyes de este mundo. Cuando Jesús les revela que va a ser víctima de los líderes judíos, entonces Pedro se rebela y lo reprende. No le gustó o no se acomodó ese tipo de mesianismo fracasado en las categorías tradicionales de los judíos. Pero Jesús reacciona severamente ante quien pretenda desviarlo de su camino. Ya al principio Satanás, en el desierto aquellos cuarenta días, había intentado desviarlo. Ahora Pedro hace lo mismo por eso Jesús le llama Satanás.

     Jesucristo no lo aparta, como traduce el misal leccionario, sino que le indica cuál es su lugar de discípulo, detrás del Maestro: "colócate detrás de mí”, es propiamente lo que escribió el evangelista. No es el discípulo de aquel tiempo o los discípulos de hoy los que le vamos a indicar al Maestro qué camino seguir, todo lo contrario, es él el que con toda autoridad establece cuál es su seguimiento: "El que quiera venir conmigo, que renuncie a sí mismo, que cargue con su cruz y que me siga”.

     ¿Qué catolicismo o cristianismo es el que nos estamos construyendo hoy día? ¿Qué tipo de Iglesia es la que nos hemos estado fabricando? Nuestros católicos de la base como que están muy contentos o conformes con ese catolicismo de prácticas devotas ocasionales. Ellos no tienen la culpa porque los pastores no los hemos formado en el seguimiento de Jesús. Y la jerarquía por su parte estamos dando una imagen de Iglesia-poder, una institución humana integrada en el concierto de las demás instituciones humanas.

     Conocer a profundidad la identidad o el mesianismo de nuestro Maestro es lo que nos puede dar claridad sobre qué tipo de cristianos quiere él, no cuál queremos nosotros, y qué tipo de Iglesia quiere él que seamos.

     Jesucristo no deja de ser un misterio insondable para este mundo, sin embargo, el discípulo no deja de estar aprendiendo de él, de su persona, de su identidad, de su mesianismo.
 

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