Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
TENEMOS MIEDO CONFRONTAR NUESTRA VIDA CON JESÚS
Comentario a Marcos 9,30-37.
Domingo 25º ordinario
23 de septiembre de 2012
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     El ir haciendo una lectura continuada de este evangelio los domingos, nos va dando una visión integral del mismo. Esta secuencia requiere ciertamente de ser apoyada por su estudio personal en casa: lean todo el evangelio completo. Así, el domingo, proclamaremos y celebraremos con más fuerza esta buena noticia de Jesucristo.

     El evangelio de san Marcos nos ofrece tres anuncios anticipados de la pasión de Cristo en boca de él mismo: los encontramos en los capítulos 8, 9 y 10. Ante los tres anuncios los discípulos reaccionan adversamente.

     El domingo pasado escuchábamos el primer anuncio de la pasión de Cristo y la reacción que este anuncio provocó en los discípulos, particularmente en Pedro, ¿recuerdan? Hoy nos toca proclamar el segundo anuncio. ¿Cómo reaccionan los discípulos? No entienden, lo dice el evangelista con toda claridad, no entienden y tienen miedo preguntarle. Más bien habría que decir que no les conviene preguntarle porque él les aclararía de qué camino se trata, tanto del maestro como del discípulo. Y tan no entienden que por el camino van a discutir quién de ellos es el más importante, algo que nos podría parecer un juego de niños, pero que sin embargo refleja la carrera social y religiosa en la que todos estamos metidos. Frente a esta carrera de los seres humanos, tenemos en contraste el camino del Cristo.

     San Marcos nos describe los pasos de la pedagogía magistral de nuestro señor Jesucristo: 1- Los escucha por el camino (no lo dice san Marcos pero se sobreentiende). 2- Espera a llegar a casa, para que las cosas calen más hondo. 3- Ellos callan, porque se sienten descubiertos. 4- "Se sentó". No se trata de una frase meramente redaccional. Es el recurso del Maestro para crear un clima de serenidad, de escucha, para que el discípulo abra el corazón. 5- "Llamó a los Doce". Tampoco se trata de una frase redaccional, sino de un llamado, es la vocación, la palabra que convoca al discípulo. 6- Les hace llegar su enseñanza. Ahora es verbal, pero toda su Persona está en juego, y ellos lo verán en la cruz, y nosotros ya lo vemos continuamente ahí. 7- Toma a un niño, lo coloca en medio, lo estrecha entre sus brazos y se identifica con él.

     ¿Cuál es esa carrera en la que estamos metidos los discípulos de Jesús? Ser más, ser el más importante, tener más que los demás, ser superiores a los otros. Esto lo vemos en lo laboral, vecinal, familiar, social, en lo eclesial, no se diga en la política. Los clérigos escondemos bajo la sotana nuestras aspiraciones por ir subiendo puestos. Estar en una mejor parroquia, cada vez colocarse más arriba, tener un mejor cargo, adquirir algún título, para que mi firma no sea meramente "Sr. Pbro.”.

     ¿Y nosotros, católicos de la base? El camino del dinero, del bienestar, del tener y del poder. ¿Y cuál fue el camino de Jesucristo? El camino de la entrega. No se hizo pobre nomás por sufrir; no se hizo galileo y predicador de los caminos y de los lugares del pueblo por pura maña; no se dejó crucificar buscando el dolor por el dolor. No lo veamos así. Él renunció a sí mismo para darse en mayor medida a los demás, a nosotros. Ese es el camino del cristiano. Si todos buscáramos ser los últimos y los servidores de todos, este mundo se salvaba. Pero es al contrario, cuántos males nos han venido encima porque las personas sólo buscan su interés personal.

     Es cierto que necesitamos los bienes materiales como subsistencia, es cierto que hay que sacar adelante a la familia, a los hijos en sus estudios; la ciencia y la tecnología tienen que seguir su curso, etc. Pero aquí se trata de las prioridades del Maestro, que son generalmente opuestas a las de los discípulos. Una cosa es sacar adelante a los demás, en especial a los más pobres, y otra muy distinta es sacarme adelante a mí mismo, tratar de ser más yo por encima de los demás. Y el Maestro se hizo menos por sacar adelante a esta humanidad. ¿No lo entendemos así los cristianos?

     Jesús no solamente no regañó en esta ocasión a sus discípulos porque venían discutiendo por el camino quién era el más importante, sino que se dio tiempo para educarlos, para formarlos en el discipulado, en su espíritu de Mesías, en su estilo de ser Cristo, en su camino. Y vean qué maravilla de enseñanza nos topamos hoy. Por eso no quería que nadie se diera cuenta de que él iba por ahí con sus discípulos, para dedicarles buen tiempo, el tiempo que a veces las multitudes no le permitían.

     Como en aquel tiempo, la Iglesia de hoy, particularmente su jerarquía, tenemos miedo preguntarle al Maestro, nos resistimos a abrir el Evangelio, con lo que seríamos más fieles a Jesús.

 
 

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