Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





¿EN CUÁL DIOS CREEMOS?

Comentario al evangelio del domingo 15 junio 2014

Dios, trinidad de personas

Carlos Pérez Barrera, Pbro.

     ¿Dios de verdad existe? Esta es una pregunta que hoy día se hace con más frecuencia, o que cada día más personas responden negativamente. Para nosotros la pregunta no es si Dios existe sino ¿quién es Dios? ¿Cómo es Dios? Hay muy diversas maneras de concebir a Dios, hasta entre los mismos que nos decimos católicos. No tenemos todos a Dios en el mismo concepto. Hay quienes afirman en su intelecto que sí hay un Dios.

     Si queremos saber quién es Dios, cómo es Dios, aunque sea un poco, porque nuestro entendimiento es muy apocado y nuestro corazón muy pequeño, ¿a quién le podremos preguntar? ¿A los científicos? ¿A los intelectuales? ¿A los políticos? ¿A los eclesiásticos? ¿A los filósofos? De ninguna manera. A quien le podemos preguntar es a quien se presenta como su Hijo, a Jesucristo nuestro señor. El testimonio que nos da él en los santos evangelios es el que vale. Ahí mismo, en la Biblia, se nos habla de las diferentes manera de entender a Dios entre aquellas gentes tan religiosas del pueblo judío, o de los pueblos que habitaban en sus alrededores. El pueblo tenía una manera de entender a Dios y los dirigentes también tenían la suya. Hoy día los musulmanes tienen su manera de entender a Dios y de relacionarse o no con él; también hay espiritualidades hinduistas, religiosidades africanas e indígenas. Los cristianos tenemos nuestro muy especial conocimiento de Dios y también nuestra muy especial manera de relacionarnos con él. De Jesucristo, repetimos, hemos recibido este conocimiento.

     Hay personas y pueblos que tienen a un Dios lejano. Es el creador de todo el universo pero nada tiene que ver con nosotros. Hay quienes tienen a un Dios severo y castigador, como es el caso del pueblo judío de la antigüedad. Nuestro pueblo católico, el menos evangelizado tiene muchas devociones y por medio de ellas quiere ganarse el favor de Dios, pero no conocen su Palabra ni por lo mismo se ponen a la obediencia de ella.

     En cambio, el Dios en el que creemos los cristianos es un Padre que nos ama, que nos ha llamado a la vida, que nos llama a la plenitud de la vida y de la alegría. Un Dios que ama tanto a esta humanidad que nos ha enviado a su Hijo Jesucristo en la carne de nuestra carne. Este Dios es un Padre que nos pide relacionarnos con él en una relación de amor y de obediencia amorosa.

     El Dios en el que nosotros creemos es el Hijo que se ha encarnado como un completo ser humano. Jesucristo en esos treinta y tantos años de su vida encarnada nos ha venido a revelar en su persona el rostro y el corazón de Dios, por eso en una ocasión le había dicho a su discípulo Felipe "el que me ve a mí, ve al Padre”. Nuestra relación con el Hijo de Dios ha de ser también una relación de amor y de seguimiento. De nada sirve decir que creemos en Jesucristo si no estamos dispuestos a seguir sus pasos evangélicos.

     El Dios en el que nosotros creemos es el Espíritu Santo como una persona, no sólo como una fuerza o un rayo de luz divina que se deja caer sobre nosotros. Por eso nuestra relación con el Espíritu es una relación de docilidad amorosa. Le pedimos que venga a fortalecernos, a iluminarnos para que sea Dios mismo que haga su obra y no que nosotros busquemos hacer nuestras propias obras. Es el Espíritu el que nos hace entrar de lleno en los planes del Padre de salvación de este mundo.


 

 

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