Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
 
EL PAN ES SIGNO DE GRATUIDAD
Comentario al evangelio del domingo 17º del tiempo ordinario
26 julio 2015
Juan 6,1-15.
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     En nuestra lectura continuada del evangelio según san Marcos hemos llegado justo al milagro de los panes, en el capítulo 6. Pero no lo hemos escuchado en ese evangelio sino en el evangelio según San Juan, y en este último evangelio vamos a permanecer todavía otros cuatro domingos más, para repasar la enseñanza de Jesús sobre el Pan de vida.
 
     Este milagro de los panes lo encontramos 6 veces en los cuatro evangelios: dos en Marcos caps. 6 y 8; dos en Mateo, caps. 14 y 15; una vez en Lucas, cap. 9, y una vez en Juan, cap. 6.
 
     El relato que nos ofrece san Marcos es particularmente interesante y profundo, por lo que no quiero dejar de lado aunque sea la mención de algunos detalles: primero, Jesucristo prolonga su enseñanza hasta ya tarde. Con su enseñanza ha salido al paso de esta pobre gente desamparada. Jesucristo tenía la intención de apartarse de la gente con sus discípulos para descansar un poco, pero no le importa que la misma gente no se lo permita. Al contrario, se ve que a Jesús le encanta encontrarse con la multitud, y no precisamente para ser aclamado, sino para calmar sus necesidades tan diversas. Él es un buen pastor.
 
      Se le acercan sus discípulos para pedirle que despida a la gente para que vayan a comprarse de comer. Y ante la respuesta del Maestro, por segunda vez los discípulos insisten: "¿vamos a comprar doscientos denarios de pan?” Esta palabra la traen los discípulos arraigada en su mente y en su corazón al igual que nosotros. Ya no podemos entender este mundo y esta sociedad sin el verbo comprar. En cambio, Jesús no. Él no les dice: "cómprenles ustedes de comer”, sino "denles ustedes de comer”. Y la segunda vez no les pregunta ¿cuánto dinero traen?, sino ¿cuántos panes tienen? Jesucristo trae en su mente y en su corazón la palabra "dar”. Él sí entiende este mundo desde la gratuidad del Padre. En esta maravillosa creación somos las únicas criaturas que compramos y vendemos. Ni siquiera el Padre eterno sabe vender nada, porque nos da de comer y nos ha dado de comer a todos los seres vivos a lo largo de millones de años, y nos brinda muchas cosas más.

      La muchedumbre se acomodó en grupos de cien y de cincuenta. A muchos esta imagen nos habla de una Iglesia de comunidades eclesiales de base.

     ¿Qué son cinco panes y dos peces para tanta gente? Para Jesús no es problema. Si se sabe repartir, es suficiente y hasta sobra. En el relato de los evangelistas no se utiliza la palabra "multiplicación”. Es lamentable que así se le llame a este milagro en muchas Biblias, incluida la de Jerusalén. Jesucristo no multiplicó, repartió. Partió los cinco panes y los dos peces. Primero pronunció la bendición. Hay que tener el valor de bendecir a Dios cuando sólo hay cinco panes y dos peces. Los seres humanos acostumbramos quejarnos continuamente porque no hay para esto, no hay para lo otro. Jesucristo bendice a Dios, como cuando se le bendice por un plato de frijoles y un pedazo de tortilla. Si supiéramos bendecir a Dios en todo momento, este mundo se tornaría de colores tal cual es, nos daríamos cuenta que es tan rico que hasta sobra.

     Los panes y los pescados se los fue dando a los discípulos y éstos los sirvieron a la gente. ¿Se imaginan ustedes en nuestros días a los obispos y a los sacerdotes repartiendo panes a la multitud? Jesucristo les estaba dando a sus discípulos la identidad de servidores de la multitud. Sin darnos cuenta nos fuimos convirtiendo en poderosos y autoritarios con el tiempo, cuando Jesucristo sólo nos necesitaba para servir a los pobres: el pan, la salvación, el Pan de vida.

 
     Ahora miremos los detalles que enriquecen este milagro con el relato según san Juan.

     En este evangelio es Jesucristo el que pregunta cómo darle de comer a tanta gente. En Juan no son los discípulos los que traen los panes sino un muchachito, y los panes son de cebada. En aquel tiempo la cebada era un grano más barato que el trigo, por lo que el evangelista nos está diciendo que se trata del pan de los pobres. Con este pan Jesucristo hará el milagro o señal. San Juan habla de que Jesús dio gracias, "eujaristesas” en griego, que suena más a eucaristía. Finalmente san Juan menciona que Jesús huyó al monte porque se dio cuenta que querían hacerlo rey, al contrario de todo mundo que se muere por tener el poder, tanto en la sociedad como en la Iglesia.

     En el evangelio según san Juan, Jesucristo nos llevará a comprender que su intención no es solamente darnos de comer, sino que su pretensión es darnos un Pan que nos da la vida eterna, él mismo.
       
 

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