Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
¿DUEÑOS O SERVIDORES DEL NOMBRE DE JESÚS?
Comentario al evangelio del domingo 26º del tiempo ordinario
27 septiembre 2015
Marcos 9,38-48.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
      En esta lectura continuada del evangelio según san Marcos hemos escuchado que Jesucristo les ha anunciado dos veces a sus discípulos su pasión, muerte y resurrección, es decir, su abajamiento hasta la entrega de la vida. Sin embargo, ellos no entienden a profundidad el camino de Jesús. Lo escuchamos el domingo pasado en Marcos 9,32, de manera seca y tajante: "Pero ellos no entendían lo que les decía y temían preguntarle”.

     El domingo pasado el evangelista nos ilustró esta falta de entendimiento transmitiéndonos la discusión sobre quién de ellos era el mayor, así como su silencio ante la pregunta del Maestro. Y ahora, a renglón seguido, nos comenta san Marcos este comentario del apóstol Juan que, en nombre de los demás, le dice a Jesús: "Maestro, hemos visto a uno que expulsaba demonios en tu nombre y no viene con nosotros y tratamos de impedírselo porque no venía con nosotros”. ¿Qué nos parece?

     Exactamente, se evidencia con más contundencia que no quieren o no pueden, en sus limitaciones humanas, entrar en el entendimiento del mesianismo de Jesús. Jesucristo no les ha dicho que lo que van a elegir presidente o gobernante del pueblo, que llegará a ser el emperador, el mandamás, o lo que se le parezca, tanto en la sociedad como en la Iglesia. No. Todo lo contrario, Jesús les ha anunciado que será rechazado, que lo van a hacer sufrir, que lo van a condenar, que lo van a matar.

     Pero en fin, esta escena no se refiere sólo a aquel tiempo, a aquellos momentos tempranos en que los apóstoles se sintieron autoridad y además propietarios en exclusiva del nombre de Jesús: ‘nadie puede utilizar ese nombre si no anda con nuestro grupo’. San Marcos se refiere sobre todo a aquellos primeros tiempos de la comunidad de discípulos, cuarenta años después de la resurrección de Jesús, en que ya empezaba a imponerse la autoridad humana sobre las personas. Jesucristo les había dado poder sobre los espíritus inmundos (Marcos 3,15;  6,7), no para que fueran los mandones en la sociedad.

     Y pasando los siglos, ¿ya le entendimos los de la Iglesia a Jesús o todavía tememos preguntarle?

     Muchos decimos y denunciamos que esta manera de ejercer la autoridad, de manera tan mundana, de esa manera como se manejan las gentes en el mundo, no es la autoridad que nos ha concedido Jesús. Nosotros nos hemos sentido con derecho a tener la exclusiva de Jesús, de su salvación. Pero Jesús no es tan cerrado de mente y de corazón como nosotros, él es abierto: "el que no está contra nosotros, está a nuestro favor”.

     El Reino de Dios, que es la obra en la que empeñó Jesucristo toda su vida, se hace con la colaboración de muchas gentes, sean católicos o no. Este "mundo” nuevo, esta "sociedad” nueva, o reinado de Dios, como queramos llamar a la obra de Jesús, no es propiedad de nosotros. La salvación es una oferta de Dios y nosotros, como muchos otros, sólo somos servidores, así como Jesucristo se quiso presentar en su humanidad, como siervo, no como amo. Los que no están contra Jesús, están a favor de Jesús, aunque no anden con nuestro grupo.

 

 

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