Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
 
LA OBRA ES DE JESÚS RESUCITADO
Comentario al evangelio del domingo 10 de abril de 2016
3º de pascua
Juan 21,1-19.
 
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
 
     La manera como este relato presenta la tercera aparición de Jesús a los apóstoles, da a entender que ha pasado buen tiempo después del día de la resurrección. Al parecer los apóstoles habían regresado a su antigua labor de pescadores de pescados. O bien, este relato es muy simbólico y nos está hablando de la labor apostólica de los discípulos, la pesca o evangelización de las personas. Nosotros nos inclinamos por este último sentido.
 
     Pedro encabeza las labores apostólicas pero ni él ni sus compañeros consiguen resultados: "aquella noche no pescaron nada”. A nosotros nos sucede con mucha frecuencia: en las parroquias. Salimos a pescar, a invitar a la misa, a nuestros grupos, a unas pláticas, y la gente nomás no nos hace caso. ¿Qué nos pasa? ¿Por qué a Jesucristo se le juntaban multitudes y a nosotros nos ignoran?
 
     Los discípulos de aquel tiempo se dan cuenta del principal ingrediente de su apostolado: la persona de Jesucristo viviente y actuante. Eso es lo que nos sucede también a nosotros, a la Iglesia de hoy. Poco a poco Jesús se nos va desvaneciendo, porque nuestra espiritualidad no se nutre directamente de él, porque queremos vivir de nuestras rentas, es decir, de que alguna vez Jesucristo nos impactó y ahí nos quedamos, no renovamos día a día nuestro entusiasmo por él. A lo largo de los siglos así lo ha vivido nuestra Iglesia: se encierra en su liturgia, al grado que la liturgia de hoy dista mucho de parecerse a la manera como Jesucristo vivió y celebró la salvación con aquellas gentes; nos encerramos en nuestra legislación, en el moralismo, en el cultualismo, siendo que nuestra fe está puesta en una persona, no en una estructura religiosa. Eso es nuestro cristianismo. Somos discípulos de Jesús, no meramente miembros de una asociación.
 
     Así es que cuando los apóstoles escuchan la Palabra del Maestro, y se dejan conducir por esa Palabra, es cuando su labor apostólica comienza a dar nuevamente resultados: pescaron 153 pescados. Dicen los biblistas que en aquel tiempo era la cantidad de naciones que se pensaba que existían, lo que indica la universalidad de su misión. Así queremos ver este trabajo hoy día: llegando a todas las naciones del mundo, a todas las personas. La evangelización y la salvación de todas las gentes no es un trabajo nuestro, es de Jesús, nosotros somos sus convocados para laborar en él.
 

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