Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
ENCUENTROS, EN GRUPOS PEQUEÑOS, PARA VIVIR EL MES DE LA BIBLIA


« Santifícalos en la verdad, tu palabra es la verdad » Juan 17,17.


Mes de la Biblia, septiembre de 2016


Parroquia de San Rafael Arcángel, Chihuahua, Chih.



Introducción general.-


Por convocatoria del Papa Francisco estamos celebrando el Año santo de la Misericordia, él mismo lo inauguró el 8 de diciembre de 2015 y lo clausurará el 20 de noviembre de 2016, domingo de Cristo Rey. Con la celebración de este año santo, el Papa nos está queriendo hacer conscientes del lugar que debe tener la misericordia en nuestra vida cristiana y en nuestra vida de Iglesia. Es el mismo Jesucristo el que nos dice en los santos evangelios, a través de sus milagros, de sus parábolas y discursos, incluso a través de sus conflictos, en fin, a través de toda su persona, que la Misericordia es el elemento principal y fundamental de la vida cristiana y de la vida de todo ser humano. Así nos lo enseña a lo largo de los santos evangelios, por ejemplo, en Mateo 9,13: "Vayan, pues, a aprender qué significa aquello de: Misericordia quiero, que no sacrificio”. En palabras nuestras sería lo mismo decir que Dios quiere más la misericordia que el culto, que las devociones, que los rezos, etc.

Los temas que les brindamos para este mes de la Biblia intentan ponernos en sintonía con esta convocatoria del Papa Francisco. Queremos seguir el método de la reflexión cristiana: VER-PENSAR-ACTUAR, para que vaya enraizando en nuestra manera de reflexionar. Hemos tomado para cada encuentro el evangelio del domingo siguiente.



Les proponemos esta ORACIÓN AL ESPÍRITU SANTO para empezar cada una de las reuniones: Dios mío, dame tu Espíritu.




1. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Lo necesito para ser testigo de tu Verdad en el mundo; para que libre de aprobaciones y desaprobaciones, yo tenga el deseo de agradarte solamente a Ti.

2. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para amar tu Cruz como la han amado los santos, para vivir con ella y dar mi vida por ella para conducir a los hombres y mujeres a tu gloria, para amar hasta el extremo.

3. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para evangelizar a los pobres, para tener la audacia de llamar en tu nombre a los que Tú quieres que te sigan por el camino de una vida cristiana según el Evangelio, y así construir tu Iglesia entre los pobres.

4. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para ser fiel al Estudio del Evangelio cada día, y que éste sea mi principal trabajo; ser discípulo de tu Palabra para construir tu Pueblo en este ministerio. Que él sea mi gran acto cotidiano de amor por Ti.

5. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para ser un cristiano contemplativo de tu obra, de tu misericordia actuando en mí a cada momento. Para que sea tu colaborador en el trabajo que Tú realizas en todas las personas y en mi comunidad.

6. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para que Jesucristo complete en mi carne los sufrimientos que faltan a su pasión. Para que pueda decir honestamente que todo lo acepto por amor a Ti, con tal que se haga tu voluntad en mí y en todas tus criaturas.

7. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para que yo pueda llegar a ser por la oración y el sacrificio un pan bien cocido para tu Pueblo pobre. Que el tomen y coman de tu persona sea una realidad en la totalidad de mi vida. Que el amor sea la fuente de toda mi actividad apostólica.

8. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para amar a los pobres como Tú los amas, para entrar en la compasión de tu Hijo para con ellos; para que en este camino habite en mí la santidad de tu Hijo. Que yo los ame gratuitamente.

9. ¡Dios mío, dame tu Espíritu! Para que yo pueda crecer en el amor de tu Hijo, pobre, crucificado y comido. Que sea siempre consciente de que este tesoro lo llevo en un vaso de barro, para que se vea que esta fuerza extraordinaria no viene de mí mismo sino de Ti. Amén.





Al final de cada reunión se puede recitar esta oración: Gracias, Dios mío, por tu Palabra.

Gracias, Dios mío, por tu Palabra que nos has regalado.

Gracias porque con tu Palabra creaste el Universo entero, tan maravilloso.

Gracias porque con tu Palabra has llenado a este mundo de vida, y lo sigues recreando con tu Santo Espíritu.

Gracias por tu Palabra hecha carne que es tu Hijo Jesucristo, por él nos has llamado a una vida en plenitud.

Gracias porque nos has reunido en el nombre de tu Hijo Jesucristo, para que aprendamos un poco más de tu Palabra.

Ayúdanos con tu Santo Espíritu a poner en práctica lo que aquí hemos escuchado y aprendido. Te pedimos por este mundo para que llegue a ser un mundo de paz como es tu voluntad. Tú que vives por los siglos de los siglos. Amén.





1er. ENCUENTRO

¿QUÉ NOS PIDE JESUCRISTO PARA SER DISCÍPULOS SUYOS?



0.- Ambientación e introducción.-

1.-      Crear un ambiente agradable entre los participantes para que todos se sientan bien desde el comienzo. Saludar a cada quien conforme vaya llegando y darle la bienvenida.

2.-      Canto inicial (algún canto sobre la Palabra).

3.-      Presentar el tema sobre el que vamos a reflexionar y vivir en este encuentro: escuchar la Palabra de Jesús que nos invita a ser discípulos suyos.

4.-      Pedirle a Jesús la luz de su Santo Espíritu para comprender su Palabra (Se puede recitar la oración inicial).

5.-      Puede ayudar tener a la vista alguna imagen o dibujo de Jesús enseñando a sus discípulos y a la multitud, en una cartulina como el que ilustra este tema.




1.- Miremos nuestra realidad.- (No se le dé mucho tiempo a cada pregunta. Sean breves).


1.             ¿Qué es lo que hace que una persona sea católica, cristiana o creyente? ¿Cuáles prácticas consideran nuestros católicos como parte de su vida cristiana?

2.             ¿Qué tanto creen ustedes que nuestros católicos conocen y estudian la Biblia? ¿Ya es algo habitual en todos?

3.             ¿Ustedes conocen bien la Biblia? ¿Leen cada día un pasaje de los santos evangelios?

4.             ¿Nuestros católicos son verdaderamente discípulos de Jesucristo? ¿Es Jesucristo su Maestro?



2. Iluminamos nuestra vida con la Palabra de Dios.-

En los domingos de este tiempo ordinario, hemos estado siguiendo en las misas de los domingos al evangelio según san Lucas, página tras página, aunque no de manera exhaustiva. El domingo 4 de septiembre nos toca proclamar este pasaje: Lucas 14,25-33. Que alguien lo lea para todo el grupo.

¿Se les quedó la lectura? Si lo consideran necesario, se puede pedir a otra persona que lo lea nuevamente para que todos se fijen en sus detalles. ¿Qué palabras o frases de Jesucristo les llaman más la atención, por qué? Las siguientes preguntas les pueden ayudar a fijar la atención en el texto:

1.             ¿Quién venía siguiendo a Jesús?

2.             ¿Qué hizo Jesús al darse cuenta que todos ellos lo seguían?

3.             Jesucristo le pone tres condiciones a la gente para que puedan ser discípulos suyos. ¿Cuáles son esas? La primera menciona a varias personas pero la tomamos como una condición en conjunto.

4.             ¿Qué les parecen estas condiciones? ¿De qué manera las podemos cumplir?



Reflexión.-

En este mes de la Biblia, de manera especial, queremos hacer conciencia en todos los católicos del lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana y nuestra vida de Iglesia. No es tarea fácil porque estamos muy habituados a un catolicismo ‘lait’ o ligero.

Una persona se considera católica simplemente porque está bautizada en la Iglesia católica.

Una persona se considera católica porque tiene algunas creencias en la mente, no en la vida sino en la mente: cree en Dios, cree mentalmente en Jesucristo, cree en la virgen y en los santos.

Una persona se considera católica porque tiene ciertas prácticas piadosas: se persigna, reza en la mañana o en la noche, de vez en cuando va a misa, sobre todo en compromisos familiares.

Una persona se considera católica porque participa en ciertas actividades de la Iglesia.

¿Es suficiente todo eso para ser católico? ¿Qué hace falta? Hace falta escuchar la Palabra de Jesús y dejarse conducir por esa Palabra. La Palabra de Cristo es la que me hace discípulo, a la manera que él quiere, no como yo quiero. Nuestra vida cristiana consiste en escuchar la Palabra de Jesús, obedecerla, dejarnos conducir por ella. Queremos convencer a todos los católicos de que edifiquen su vida sobre el cimiento sólido de la Palabra de Jesús. El mismo Jesucristo nos educa en la escucha y la obediencia de la Palabra. Hoy tenemos un ejemplo excelente de cómo Jesucristo es el que nos da forma de discípulos por medio de su Palabra.

El pasaje de hoy no nos habla directamente de la misericordia, pero sí de la Palabra clara de Jesús. Es la Palabra de Jesús la que nos irá conduciendo hacia la misericordia.

Jesucristo va caminando a Jerusalén, recordémoslo. Así nos lo presenta san Lucas en estos capítulos. La muchedumbre lo va siguiendo, como ya lo repasaron ustedes. Quizá esta muchedumbre no está plenamente consciente de las consecuencias de seguir a Jesús, y él les ayuda a comprenderlas, aunque con cierta dureza o exigencia.

Se voltea hacia ellos, como quien los detiene, como si les pusiera un "alto”, para que no lo sigan sin saber, para que lo sigan a sabiendas. Imagínense en esta escena a todos los católicos que se dicen simplemente católicos, pero que no conocen su fe, que no conocen la Palabra de Dios, que de vez en cuando van a Misa pero no se dan cuenta del contenido de la Misa, que conocen a Jesús de nombre y de imagen pero no saben cuál es su proyecto que de parte de Dios trae a este mundo, que no saben qué es lo que Jesús nos pide, para qué nos quiere. Esta muchedumbre bien que representa a todos los católicos que sólo se dejan llevar por la corriente, por la inercia. Por ello, antes de seguir a Jesús, habría que preguntarle: ¿para qué me llamas, para qué me quieres? Esta pregunta está al principio de nuestra vida cristiana.

Y ésta es su Palabra, subrayemos "su Palabra” en este mes de la Biblia, porque de esa Palabra salida de los labios y del corazón de Jesucristo es de donde nace nuestra fe. Él nos dice: "si alguno viene a mí y no odia…” Odiar suena muy fuerte. El misal o leccionario, y algunas biblias, han suavizado esta palabra poniendo en su lugar "y no me prefiere a su padre…”

A cada católico habría que cuestionarle si su amor a Jesús es un amor absoluto. ¿Hay algún amor que se equipare o se sobreponga a la persona de Jesús? Así sea tu esposa, tu hijo, tu madre, tu novia o novio. Revisa con toda sinceridad si de veras amas a Jesús, no sólo por encima de todos, sino como algo único. A muchos no nos gusta cambiar la palabra ‘odiar’ por ‘no preferir’ porque se pierde la fuerza del llamado de Jesús. A los casados, a los que tienen novia o novio, no creo que les gustaría ser el preferido o la preferida entre varios: "tengo varias mujeres, pero tú eres la preferida”. ¿Verdad que no? Pues en ese plano está hablando Jesús. Él no es uno entre varios, sino el absoluto.

Jesucristo nos pide tomar la cruz y seguirlo. No nos está llamando a una vida de piedad, de prácticas piadosas y devotas, sino a su seguimiento, algo que nos cuesta tanto entender y vivir a los que nos decimos católicos. Esta vida tiene muchas cruces, nos vienen de por sí. La cruz de la que Jesús habla es la cruz que se asume en libertad, la cruz como una consecuencia de participar en la obra de Jesús. En nuestros días se han estado inventando diversas religiosidades, la de la prosperidad, la del bienestar. Pero ése no es el camino de Jesús. El camino de Jesucristo, claramente lo dice él, es la cruz.

La tercera condición de la que nos habla Jesús es dejar todos nuestros bienes. Dejar de lado nuestras pertenencias es algo que siempre nos da problema, a lo que siempre le quisiéramos sacar la vuelta. Pero hay que decir que Jesús está muy por encima de las cosas materiales. No que las cosas sean malas, pero Jesús no se puede poner al nivel de ellas: Jesús por encima de todo; y si es necesario, pues se queda uno sin nada con tal de conservar a Jesús.

Con las dos parábolas de la torre por construir y del rey que sale a la guerra, nos está diciendo Jesús que la pensemos bien, que discernamos, que hagamos cálculos, aunque suene muy matemático; al menos debemos entender que no nos dejemos ir al aventón. Si nos vamos con Jesús es porque no tenemos ataduras de ninguna clase.

Como resumen, o como una invitación inicial, yo les diría a muchos católicos: "sean católicos en la escucha de la Palabra de Jesús, no se hagan caso a sí mismos sino a Jesús”. ¿Qué clase de religión es la que él quiere que llevemos todos los católicos? A esta pregunta vamos a responder en los siguientes encuentros.



3.- Momento del actuar o de las conclusiones.- (Es conveniente que cada quien se imponga algún propósito concreto y realizable, para que la reflexión no se quede en la mera teoría. Que cada quien escriba sus propósitos en su cuaderno).

1.-    Les sugerimos que repasen en su casa el pasaje evangélico que hemos escuchado en este encuentro.

2.-    ¿Qué propósito saca cada uno de ustedes de este encuentro? Que sea un propósito sencillo posible de cumplir. Propóngase empezar a leer frecuentemente la Biblia.

3.-    Cada uno en lo personal propóngase hacer un recuento de cuáles son las cosas que más le impiden seguir a Jesús y colaborar en su obra.

4.-    Les pedimos que escriban en una cartulina o papel grande este versículo para que lo pongan en la ventana de su casa hacia afuera, o en un lugar visible al interior: "santifícalos en la verdad, tu palabra es la verdad” (Juan 17,17).

5.-    Nuestra parroquia de San Rafael, junto con las otras parroquias del decanato, haremos nuestra peregrinación a la catedral el domingo 25 de septiembre. Estén pendientes de los avisos. Previamente nuestros sacerdotes celebrarán tandas de confesiones en los templos parroquiales.



4. Hagamos oración.-

a) Preces.- Decir en forma de petición lo que Jesús nos ha dicho. Todos respondemos: Te rogamos, Señor.

b) Se puede recitar la oración final.



5.- Avisos y canto final.- Dar el día, la hora y el lugar del próximo encuentro. Entonar un canto sobre la Palabra.







2º ENCUENTRO

JESUCRISTO-PALABRA NOS REVELA LA MISERICORDIA DEL PADRE



0.- Ambientación e introducción.-

1.-      Crear un ambiente agradable entre los participantes para que todos se sientan bien desde el comienzo. Saludar a cada quien conforme vaya llegando y darle la bienvenida.

2.-      Canto inicial (algún canto sobre la Palabra).

3.-      Presentar el tema sobre el que vamos a reflexionar y vivir en este encuentro: escuchar la Palabra de Jesucristo que nos revela la misericordia del Padre y que nos llama a ser como él.

4.-    Pedirle a Jesús la luz de su Santo Espíritu para comprender su Palabra (Se puede recitar la oración inicial).

5.-    Puede ayudar tener a la vista alguna imagen o dibujo de un padre recibiendo a su hijo con un abrazo. O que ilustre alguna de las parábolas de hoy.

1.- Miremos nuestra realidad.- (No se le dé mucho tiempo a cada pregunta. Sean breves).


1.             Nos hemos acostumbrado a decir que todos somos pecadores, pero ¿los católicos nos acercamos al sacramento de la confesión? ¿Son muchos o son pocos los que se confiesan?

2.             ¿Qué tanto hemos perdido o conservado la costumbre de pedirnos perdón en las familias, en el trabajo, en la Iglesia? ¿Estamos acostumbrados a arrepentirnos de nuestras malas acciones?

3.             ¿Hemos pensado qué deberían hacer las autoridades con los delincuentes que nos hacen tanto daño, que entran a las casas a robar, que roban su celular a las jovencitas, que se roban carros, que siembran violencia en nuestras calles?

4.             ¿Alguna vez se les ha perdido a ustedes alguna cosa que estiman mucho? ¿Alguna vez se les ha perdido un hijo? ¿Cómo se han sentido cuando han recuperado algo que se les perdió?

5.             Vamos a ver qué dice la Palabra de Jesús sobre todo esto.



2. Iluminamos nuestra vida con la Palabra de Dios.-

Lean Lucas 15,1-32.- ¿Se les quedó la lectura? Si lo consideran necesario, se puede pedir a otra persona que lo lea nuevamente para que todos se fijen en sus detalles. ¿Qué palabras o frases de Jesucristo les llaman más la atención, por qué? Las siguientes preguntas les pueden ayudar a fijar la atención en el texto:

1.             ¿Quiénes se acercaban a Jesús para escucharlo?

2.             ¿Quiénes criticaban a Jesús porque se juntaba con esa clase de gente?

3.             ¿Cuál es la explicación que les da Jesús sobre su comportamiento? Comenten brevemente los detalles sobresalientes de cada parábola.

4.             ¿Están ustedes de acuerdo con Jesús o piensan diferente?

Insistimos en lo que decíamos en el encuentro pasado: queremos hacer conciencia en todos los católicos del lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana y nuestra vida de Iglesia. No es tarea fácil porque estamos muy habituados a un catolicismo de prácticas piadosas: rezo en la mañana, en la noche, tener la devoción por un santo, de vez en cuando ir a misa. Con eso cada quien se queda satisfecho. Pero eso no es ser discípulo de Cristo. La Palabra de Cristo es la que me hace discípulo, a la manera que él quiere, no como yo quiero. Por eso el discípulo ha de escuchar esa Palabra para dejarse hacer por ella, para entrar en su obediencia.

Hoy tenemos un ejemplo excelente de cómo Jesucristo es el que nos da forma de discípulos por medio de su Palabra. En el pasaje de ahora su Palabra se siente llena de ternura: Dios es todo misericordia para con los pecadores, los que han caído. Dios quiere arrepentimiento y no la condenación. Aquí se ve claramente qué clase de cristianos y qué clase de Iglesia quiere Jesús.

Tanto en la sociedad como en la Iglesia los seres humanos y los cristianos estamos inclinados al pecado, parece que son propias de nuestra debilidad las caídas: el egoísmo, el odio, la violencia, la envidia, el consumismo, la indiferencia ante la necesidad del hermano, deseos de acabar con el que nos cae mal, los ídolos que nos fabricamos para rendirles adoración... Y ante el pecador o el delincuente, la gente en general tiene una actitud, que generalmente es de condena, de castigo o rechazo. En algunos ambientes de nuestra sociedad a lo más que se llega es a pedir justicia. Jesucristo va más allá de todo eso, llama nuestra atención para que contemplemos por dentro el corazón del Padre. La misericordia es su respuesta ante los pecadores. Él no quiere que ninguno se pierda.

Ésta es la verdad que nos revela Jesucristo con su Palabra de maestro. Nadie podría expresar tan vivamente esta verdad como lo hace Jesucristo, no sólo con estas tres parábolas, sino con toda su persona, con su comportamiento haciéndose accesible a los pecadores, buscándolos como un pastor busca a su oveja perdida. Dios no quiere que ninguno de sus hijos se pierda, por eso sale a su encuentro con toda gratuidad, sin detenerse en la deuda contraída o los derechos perdidos. Dios es como un padre que ama a sus hijos. La comparación es ciertamente limitada, porque en este mundo no hay un padre que ame tanto y tan gratuitamente como Dios. Su amor llega al extremo de la entrega total de su Hijo en la cruz (veamos Romanos 5,8).

La voluntad de Dios no es el borrón y cuenta nueva. Dios lo que busca es rescatar al que ha caído. Jesucristo apela al sentido común; dirige directamente sus parábolas a nosotros: "¿Quién de ustedes?”, pregunta. ¿No han vivido ustedes la experiencia de perder algo que luego hayan encontrado? Yo sí, infinidad de veces. En una ocasión dejé olvidada una carterita con algunos billetes en una de las cajas del Súper. Llegué a la casa y en cuanto me di cuenta de mi olvido, me regresé de prisa, casi sin esperanza de recuperarla. Pero gracias a Dios ahí estaba, en manos de los monaguillos de San Gabriel. Pues así parecida, pero mucho más grande, es la alegría de Dios.

El camino que él elige es el camino del amor, no el rechazo ni el castigo ni el ajuste de cuentas. A Dios lo que le interesa es salvar. Cuando el pecador retorna a Dios, el efecto es la alegría. Cómo acentúa Jesucristo la alegría de Dios Padre, es la constante en la Palabra que vamos a escuchar el próximo domingo en la misa: "devuélveme la alegría de tu salvación”, en el salmo responsorial. Y en las tres parábolas nos dice Jesús: "alégrense conmigo… celebremos una fiesta”. ¿Por qué hacer una fiesta? ¿Porque uno ha pecado? Claro que no, sino por el regreso del pecador arrepentido a los brazos de Dios Padre.

Así debemos vivir y celebrar la conversión y la reconciliación de todos nosotros. Entre más "religiosos” seamos, más debemos contagiarnos de la alegría del Padre de los cielos. Todos los seres humanos, no solamente los cristianos, estamos convocados por Jesucristo, el Hombre Nuevo, a entrar en esta pedagogía de Dios: el amor es el que convierte profundamente a las personas, no tanto la vara o el castigo. Nuestras cárceles deberían de ser sólo una protección para los inocentes pero no una condena para los que han sido encontrados culpables. Para ellos sea también nuestra misericordia como es la del Padre. Éste es el evangelio que debemos llevar a todo el mundo, especialmente en este año santo de la misericordia.



3.- Momento del actuar o de las conclusiones.- (Es conveniente que cada quien se imponga algún propósito concreto y realizable, para que la reflexión no se quede en la mera teoría. Que cada quien escriba sus propósitos en su cuaderno).

1.-     Les sugerimos que repasen en su casa el pasaje evangélico que hemos escuchado en este encuentro.

2.-     ¿Qué propósito saca cada uno de ustedes de este encuentro? Que sea un propósito sencillo posible de cumplir. Propóngase empezar a leer frecuentemente la Biblia. ¿Qué nos toca hacer a nosotros para volver a la Iglesia y ayudarle a otros?

3.-     En octubre comienzan nuestros cursos de introducción a la Biblia. Decídanse a participar y a invitar a más personas.

4.-     Nuestra parroquia de San Rafael, junto con las otras parroquias del decanato, haremos nuestra peregrinación a la catedral el domingo 25 de septiembre. Estén pendientes de los avisos. Previamente nuestros sacerdotes celebrarán tandas de confesiones en los templos parroquiales.




4. Hagamos oración.-

a) Preces.- Decir en forma de petición lo que los pasajes bíblicos nos han dicho. Todos respondemos: Te rogamos, Señor.

b) Se puede recitar la oración final.



5.- Avisos y canto final.- Dar el día y la hora del próximo encuentro. Entonar un canto sobre la Palabra.



3er. ENCUENTRO

LA PALABRA DE CRISTO PIDE CRISTIANOS ASTUTOS



0.- Ambientación e introducción.-

1.-      Crear un ambiente agradable entre los participantes para que todos se sientan bien desde el comienzo. Saludar a cada quien conforme vaya llegando y darle la bienvenida.

2.-      Canto inicial (algún canto sobre la Palabra).

3.-      Presentar el tema sobre el que vamos a reflexionar y vivir en este encuentro: escuchar la Palabra de Jesús que nos llama a tener más iniciativa en las cosas de la luz.

4.-      Pedirle a Jesús la luz de su Santo Espíritu para comprender su Palabra (Se puede recitar la oración inicial).

5.-      Puede ayudar tener a la vista alguna imagen o dibujo en una cartulina como el que ilustra este tema.

1.- Miremos nuestra realidad.- (No se le dé mucho tiempo a cada pregunta. Sean breves).


1.             ¿Qué tanto se dan en nuestra sociedad las trampas en el sector público y en los trabajos privados?

2.             ¿Hay gente astuta y hay gente ingenua en nuestra sociedad? ¿Quiénes son mayoría?

3.             ¿A quién busca más la gente de la sociedad, a Dios o al dinero? No estamos juzgando, sólo estamos mirando nuestra realidad tal cual es.

4.             ¿Qué tan listos y de iniciativa somos los católicos para anunciar el evangelio de la misericordia? ¿Qué medios de comunicación utilizamos?



2. Iluminamos nuestra vida con la Palabra de Dios.-

Escuchemos Lucas 16,1-14. ¿Se les quedó la lectura? Si lo consideran necesario, se puede pedir a otra persona que lo lea nuevamente para que todos se fijen en sus detalles. ¿Qué palabras o frases de Jesucristo les llaman más la atención, por qué? Las siguientes preguntas les pueden ayudar a fijar la atención en el texto:

1.             ¿A quiénes dirige Jesús esta parábola?

2.             ¿Por qué el administrador empezó a hacer trampas?

3.             ¿Qué pensó el dueño al darse cuenta de la manera de proceder de su empleado de confianza?

4.             ¿Cuál es la enseñanza que nos da Jesús con esta parábola? Vean la segunda parte del versículo 8.

5.             ¿Qué dice Jesús acerca del dinero?

Insistimos: En este mes de la Biblia y siempre, queremos hacer conciencia en todos los católicos, clérigos y laicos, del lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana y nuestra vida de Iglesia. No es tarea fácil porque estamos muy habituados a un catolicismo de prácticas piadosas: rezo en la mañana, en la noche, tener la devoción por un santo, de vez en cuando ir a misa. Con eso cada quien se queda satisfecho. Pero eso no es ser creyente ni discípulo de Cristo. La Palabra de Cristo es la que nos hace discípulos, a la manera que él quiere, no como a nosotros nos gusta o nos conviene. Por eso el discípulo ha de escuchar esa Palabra para dejarse hacer por ella, para entrar en su obediencia, para dejarse conducir por ella. Pongamos atención en la manera como Jesucristo nos forma. Su Palabra no está demás, no es un adorno, no se puede prescindir de ella. Si se pudiera prescindir de la Palabra de Jesús, no estaría en los evangelios, ni necesitaríamos los evangelios, bastaría una imagen de Jesús.

En esta lectura continuada del evangelio según san Lucas, vemos a nuestro Señor Jesucristo instruyendo a sus discípulos, entre los que nos contamos nosotros, con una parábola para darnos forma a cada uno, a nuestras personas, a nuestra economía, a nuestra sociedad y a nuestra iglesia.

Jesucristo no nos está proponiendo que seamos tan corruptos como este servidor de la parábola. Más bien nos lo está poniendo de ejemplo comparativo, resalta su habilidad para salir adelante. Nos dice: "los que pertenecen a este mundo son más hábiles en sus negocios, que los que pertenecen a la luz”. Ésta es una dura constatación y una denuncia que Jesús nos hace. Los cristianos no tenemos tanta iniciativa en nuestras cosas como las gentes del mundo en las suyas. Las gentes de la política, las gentes de los negocios, las gentes del dinero, se mueven, son creativos, le buscan por un lado, por el otro, hasta engañan con palabras bonitas, envuelven sus productos en papel celofán, les ponen un moño para que sea atractivo para todos. En cambio, los cristianos, portadores de la Buena Noticia de la misericordia de Dios que es Jesucristo, parece que ofrecemos un producto pasado de moda, que no es atractivo, que lo escondemos, que mejor hablamos y nos dedicamos a otras cosas.

Y ya que está hablando de dinero, Jesucristo nos instruye. Para que vean que la Palabra de Jesucristo es Palabra de Maestro. Pongámosle atención, porque nuestro Maestro nos enseña cuál es la relación que debemos tener nosotros con el dinero. ¿Para qué sirve el dinero?, responde él a esta pregunta. Nos dice Jesús que el dinero está lleno de injusticias. ¿Alguien está en desacuerdo con Jesús? Hay ciertamente quienes se ganan su salario con el sudor de su frente. Pero si las monedas, los billetes y los números electrónicos hablaran, nos platicarían por cuántas manos han pasado, cuántas operaciones se han hecho con ellos, cuántas trampas e injusticias se han cometido, cuántos delitos. Las personas que gustan de acumular dinero tendrían que ser sinceras y confesar que para hacer dinero es necesario sustraerlo "legalmente” de los demás, porque el dinero no se da en maceta, se hace con una injusta distribución de los recursos.

Pero el dinero, nos dice Jesús, no sólo sirve para cometer injusticias, también sirve para ganarse amigos, a los pobres, para que cuando muramos, ellos nos reciban en las moradas eternas.

Más aún, el dinero, como bien lo constata Jesucristo, se ha convertido en un dios, en un ídolo que ha exigido sacrificios humanos. ¡Cómo le rendimos culto a ese dios tan falso! Esta sociedad y esta economía capitalista nos hace poner todo nuestro ser en el dinero, vivimos para él, consume nuestro tiempo y nuestra energías.

Pero algunos seres humanos soñamos con construir un mundo donde ya no se use el dinero. ¿Cuántos milenios faltan para eso? Sería un mundo donde todos trabajemos sirviendo al prójimo, sirviéndonos unos a otros. Por lo pronto, hoy día, muchos ya no se pueden imaginar un mundo sin dinero, a pesar de que ni los demás seres vivos ni la especie humana llegamos a este mundo con él. El dinero es una invención relativamente reciente.

Jesucristo termina con una sentencia divina frente a gentes muy religiosas que eran los fariseos, amigos del dinero: "no se puede servir a Dios y al Dinero”.



3.- Momento del actuar o de las conclusiones.- (Es conveniente que cada quien se imponga algún propósito concreto y realizable, para que la reflexión no se quede en la mera teoría. Que cada quien escriba sus propósitos en su cuaderno).

1.             Les sugerimos que repasen en su casa el pasaje evangélico que hemos escuchado en este encuentro.

2.             ¿Qué propósito saca cada uno de ustedes de este encuentro? Que sea un propósito sencillo posible de cumplir. Les pedimos que participen en la Misa dominical, ahí se proclama la Palabra de Dios solemnemente.

3.             ¿Qué está al alcance de nuestra mano para que la Palabra de Jesús llegue a más gente? Inviten a nuestros cursos de introducción a la Biblia que imparte nuestra escuela bíblica parroquial.

4.             Participen en la clausura del Mes de la Biblia: sábado 1 octubre rumbo a San Rafael.

5.             Nuestra parroquia de San Rafael, junto con las otras parroquias del decanato, haremos nuestra peregrinación a la catedral el domingo 25 de septiembre. Estén pendientes de los avisos. Previamente nuestros sacerdotes celebrarán tandas de confesiones en los templos parroquiales.

4. Hagamos oración.-

a) Preces.- Decir en forma de petición lo que los pasajes bíblicos nos han dicho. Todos respondemos: Te rogamos, Señor.

b) Se puede recitar la oración final.



5.- Avisos y canto final.- Dar el día y la hora del próximo encuentro. Entonar un canto sobre la Palabra.



4º ENCUENTRO

JESUCRISTO-PALABRA NOS CONVOCA A VIVIR LA MISERICORDIA



0.- Ambientación e introducción.-

1.-      Crear un ambiente agradable entre los participantes para que todos se sientan bien desde el comienzo. Saludar a cada quien conforme vaya llegando y darle la bienvenida.

2.-      Canto inicial (algún canto sobre la Palabra).

3.-      Presentar el tema sobre el que vamos a reflexionar y vivir en este encuentro: la Palabra de Jesús que nos llama a tener entrañas de misericordia ante el hermano necesitado.

4.-      Pedirle a Jesús la luz de su Santo Espíritu para comprender su Palabra (Se puede recitar la oración inicial).

5.-      Puede ayudar tener a la vista alguna imagen o dibujo en una cartulina como el que ilustra este tema.




1.- Miremos nuestra realidad.- (No se le dé mucho tiempo a cada pregunta. Sean breves).


1.             En nuestra sociedad hay pobres y ricos. ¿Quiénes son mayoría?

2.             ¿En qué sentido va cambiando nuestra sociedad, en que haya más pobres o que haya menos? ¿En qué se nota?

3.             ¿Cuáles son las obras que tiene nuestra Iglesia para atenuar las necesidades de los pobres? ¿Se involucran todos los católicos en esas obras? ¿Hay algún movimiento para cambiar esta sociedad injusta?

4.             En nuestra sociedad, ¿son muchos o pocos los indiferentes ante las necesidades de los demás?



2. Iluminamos nuestra vida con la Palabra de Dios.-

Escuchemos Lucas 16,19-31. ¿Se les quedó la lectura? Si lo consideran necesario, se puede pedir a otra persona que lo lea nuevamente para que todos se fijen en sus detalles. ¿Qué palabras o frases de Jesucristo les llaman más la atención, por qué? Las siguientes preguntas les pueden ayudar a fijar la atención en el texto:

1.             Unos versículos antes nos había dicho Jesús que no se puede servir a Dios y al dinero. Y también se mencionó ahí a los fariseos que eran amigos del dinero. Por eso Jesús nos propone ahora esta parábola. ¿Cómo describe Jesús al rico? ¿Cómo describe Jesús al pobre?

2.             Dice Jesús que ambos murieron. ¿A dónde se fue el rico, a dónde se fue el pobre?

3.             ¿Qué le pedía el rico a Abraham desde su lugar de tormento? ¿Qué le respondió Abraham?

4.             ¿Qué le insistió el rico a Abraham en su súplica? ¿Cuáles fueron las dos siguientes respuestas de Abraham?

En este mes de la Biblia y siempre, queremos hacer conciencia en todos los católicos, clérigos y laicos, del lugar que debe ocupar la Palabra de Dios en nuestra vida cristiana y nuestra vida de Iglesia. No es tarea fácil porque hemos llegado a entender y a vivir nuestra religiosidad como un conjunto de prácticas devotas, nos hemos hecho un cuadro de buenas costumbres y creemos ser así buenos católicos. Incluso nuestra Iglesia, ya la hemos estructurado muy a nuestra manera, a la manera del mundo y pensamos que así debe ser la Iglesia. Pero el cristianismo que nos dejó Jesús es otra cosa, es ponernos a la escucha de su Palabra y vivir de acuerdo a esa Palabra. La parábola es una palabra que Jesucristo nos dirige en su calidad de maestro. Nosotros escuchamos y acogemos en el corazón y con obediencia esa Palabra de Maestro porque somos sus discípulos.

Jesucristo es todo un catequista en cuestiones fundamentales y profundas: él maneja los personajes, los lugares, las figuras, los diálogos. Es pretensión del Maestro presentar así las cosas porque en realidad ricos y pobres están muy cerca los unos de los otros, lo que pasa es que los primeros no se percatan de los segundos. También nos parece curioso que Jesucristo no hable del reino de Dios o de la vida eterna sino del seno de Abraham. Esto tiene su explicación porque así la parábola es más asequible a oídos de los judíos, y también de nosotros los cristianos, porque tenemos a Abraham como nuestro padre en la fe y en la vocación. Por otra parte, nos parece exageración de Jesucristo que el rico y Abraham platiquen de tú a tú como si estuvieran el uno frente al otro, siendo que los separaba, como dice el mismo personaje de la parábola, un enorme abismo. Pero en realidad es Jesucristo el que está conversando con el rico, aunque ponga sus palabras en boca de Abraham.

Jesucristo es el que envía a Lázaro al seno de Abraham, y al rico, al lugar de tormentos. Jesucristo no menciona en la parábola que el pobre se haya ido al seno de Abraham por alguna obra buena. Lo recogió Dios por su pura misericordia. Bien dice nuestra gente: ‘pobre del pobre que al cielo no va’. Lázaro, como tanta gente sufriente, sufrió males en esta vida, qué bien que ahora Dios los tenga gozando de bienes. Y del rico Jesucristo no dice que haya cometido otros pecados más que su egoísmo. No lo manda Jesús al lugar de tormentos por glotón, o por borracho, sino por indiferente. Y lo drástico es que Jesucristo presenta esta situación como irremediable, por más que el rico insista en alguna salida.

¿Qué pensar de esto? ¿Que Jesucristo es intransigente? Quienes lo conocemos, tomamos las cosas de esta manera: Jesucristo en primer lugar se ha dedicado a acoger a los pobres, a los excluidos, a los pequeños, a los pecadores, con su ternura y su misericordia los llama a todos a acercarse a Dios. Y por otro lado, Jesucristo a todos, a pobres y a ricos, a los líderes y al pueblo todo, los llama a la conversión, al cambio de vida, al cambio de sociedad y de economía. Esta parábola nos parece muy fuerte, pero en realidad es un llamado punzante para cambiar las cosas, cambiar a las personas, cambiar los corazones, y sobre todo, cambiar este mundo que fabrica ricos egoístas a costa de los sufrimientos de las grandes mayorías. También los pobres pueden ser egoístas, y eso es pecado. Jesucristo nos está llamando a construir una sociedad donde prive la misericordia, ésa es la virtud que nos hace plenamente humanos; y nuestro modelo y nuestra fuerza es el Padre misericordioso.

Al final, Jesucristo nos deja otro llamado muy adecuado a este mes de la Biblia. Ante la negativa de Abraham, el rico le pide que mande a Lázaro con sus hermanos para que les advierta y no vayan a parar también ellos a ese lugar de tormento. Jesucristo nos dice, poniendo sus palabras en los labios de Abraham, que no es necesario que se les aparezca un muerto, que tienen a Moisés y a los profetas. Esta es una manera de nombrar a la Sagrada Escritura, es decir, a la Biblia. Quedémonos con eso: si no le hacen caso a la Palabra de Dios escrita, no esperen que se les aparezca un muerto o que se les haga algún prodigio para creer y convertirse, porque no lo harán. Se quedarán con la sorpresa o el espanto, pero el camino de la conversión está más claramente indicado en la Sagrada Escritura, y eso es lo que Dios quiere. Ya ven, Jesucristo vivió extraordinariamente su existencia humana, entregó la vida como ninguno, lo mataron, resucitó y muchos todavía no le creen ni se convierten.



3.- Momento del actuar o de las conclusiones.- (Es conveniente que cada quien se imponga algún propósito concreto y realizable, para que la reflexión no se quede en la mera teoría. Que cada quien escriba sus propósitos en su cuaderno).

1.             Les sugerimos que repasen en su casa el pasaje evangélico que hemos escuchado en este encuentro.

2.             ¿Qué propósito saca cada uno de ustedes de este encuentro? Que sea un propósito sencillo posible de cumplir. Les pedimos que participen en la Misa dominical, ahí se proclama la Palabra de Dios solemnemente. Inviten a participar en los cursos de introducción a la Biblia que imparte nuestra escuela bíblica parroquial. Estén pendientes de los avisos.

3.             ¿Qué está al alcance de nuestra mano para cambiar esta sociedad injusta donde abunda el egoísmo, donde cada quien busca su provecho propio?

4.             Participen en la clausura del Mes de la Biblia: sábado 1 octubre rumbo a San Rafael.

5.             Nuestra parroquia de San Rafael, junto con las otras parroquias del decanato, haremos nuestra peregrinación a la catedral el domingo 25 de septiembre. Estén pendientes de los avisos. Previamente nuestros sacerdotes celebrarán tandas de confesiones en los templos parroquiales.



4. Hagamos oración.-

a) Preces.- Decir en forma de petición lo que los pasajes bíblicos nos han dicho. Todos respondemos: Te rogamos, Señor.

b) Se puede recitar la oración final.



5.- Avisos y canto final.- Dar el día y la hora del próximo encuentro. Entonar un canto sobre la Palabra.





Pbro. Carlos Pérez B., párroco en San Rafael Arcángel.

 
 

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