Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     


 
 
CREEMOS EN EL PROYECTO DE VIDA DE DIOS
Comentario al evangelio del domingo 6 de noviembre de 2016
32º ordinario
Lucas 20,27-38.
Carlos Pérez Barrera, Pbro.
     El domingo pasado nos encontrábamos con Jesús en Jericó, en casa de Zaqueo, justo para empezar a subir a la ciudad de Jerusalén. Pues ahora nos encontramos ya en la ciudad santa, en los atrios del templo, donde Jesús ha tenido varias controversias con los notables del pueblo judío, sobre su autoridad para expulsar a los vendedores de ahí del templo, sobre el impuesto que se debe pagar al césar, y ésta que acabamos de escuchar sobre la resurrección de los muertos. Son los saduceos los que le presentan este caso de la mujer que se casó sucesivamente con siete hermanos. Este caso lleva la intención de ridiculizar la fe en la resurrección de los muertos. Los fariseos sí creían en la resurrección y por eso algunos de sus escribas se alegraron de la respuesta contundente y profunda que les dio Jesús, como lo leemos en el versículo 39.

     Los saduceos pertenecían a la clase rica de los judíos. Detentaban el sumo sacerdocio, la administración del templo de Jerusalén; eran proclives, por conveniencia, a estar bien con el poder romano; de las Escrituras sólo aceptaban el Pentateuco, la ley de Moisés; no creían en la resurrección: es en esta vida, así lo creían ellos, donde Dios te bendice; si eres rico es que Dios está contigo, si eres pobre, o enfermo, o impuro, es que eres un maldito. Como ellos aceptan al autoridad de Moisés, por eso Jesucristo les cita el pasaje de su vocación, Dios se presenta como un Dios de vivos. Como ellos, hay en este mundo quienes creen en el dinero, en el poder humano, en sí mismos, en su ego. En realidad no creen en Dios sino en sí mismos.

     Los cristianos no sólo creemos en la resurrección de los muertos. Si sólo creyéramos en eso, nuestra espiritualidad podría ser muy pasiva, como lo dice San Pablo versículos más adelante del pasaje que escuchamos ahora en la segunda lectura: como algunos cristianos estaban en la persuasión de que la venida del Señor era inminente, por eso ya no quería trabajar; pero san Pablo les hace este llamado enérgico: "Si alguno no quiere trabajar, que tampoco coma” (2 Tesalonicenses 3,10).

     Más que en la resurrección de los muertos, los cristianos, como nos lo enseña Jesucristo en este pasaje, creemos en Dios, que él es un Dios de vivos. Nosotros creemos que Dios es un Padre y por eso vivimos como sus hijos, creemos que tiene un proyecto de salvación y de vida para este mundo, y por eso nos sentimos comprometidos con toda nuestra vida, como lo hizo Jesús, con ese proyecto, al que Jesús le llamaba "reino” en todo su ministerio. En consecuencia con esta fe, vivimos no una espiritualidad pasiva sino activa por el reino de la Vida.

 
 

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