Maximino Cerezo Barredo, Pintor de la Liberación     





EL QUE ME AMA CUMPLIRÁ MIS MANDAMIENTOS

Domingo 6° de PASCUA – ciclo C, 25 de Mayo de 2025

Hechos de los apóstoles Apocalipsis 15,1-2 y 22-29; Juan 14,23-29.

Carlos Pérez B., Pbro.

 

Estamos en el capítulo 14 del evangelio según san Juan. Estamos sentados a la mesa de Jesús, viviendo su Última Cena, ahora como en aquel tiempo. Estamos viviendo la comunión con Jesucristo, una relación de intimidad, de unión de espíritus, una unión de amor con el Maestro que ha dado la vida no sólo para ser salvación para nosotros sino para todo el mundo. Precisamente en este ambiente de comunión nos abre su corazón y nos invita a abrir el nuestro hacia él: "el que me ama”. Todos los católicos nos hemos de preguntar si amamos a Jesús. ¿O Jesús es meramente una imagen, un santito milagroso? ¿O acaso un personaje lejano y hasta cierto punto ajeno a nosotros? Claro que no. Reconozcamos que en la Iglesia hemos promovido una religiosidad de meros actos piadosos, hasta ocasionales, en todos nuestros católicos. Ésta no es la religión de Jesús.

Seamos sinceros, sólo puede considerarse cristiano quien ama verdaderamente a Jesucristo. Pero como el amor es una palabra que se repite con mucha facilidad, y muchas veces es una palabra vacía que escuchamos en las canciones, en las telenovelas, en los programas de entretenimiento, y hasta en boca de la gente de la política del poder (desde luego que también en nuestro ambiente eclesiástico), por eso, porque Jesús nos conoce bien, nos dice aterrizadamente: "El que me ama, cumplirá mi palabra… El que no me ama no cumplirá mis palabras”.

Con Jesús no hay lugar para el fingimiento, para las apariencias. Seamos más claros y precisos: ¿conocemos las palabras de Jesús? ¿Conocemos sus enseñanzas contenidas en los santos evangelios? ¿Las estudiamos cada día para que vayan entrando a formar parte de nuestra vida? A mí me parece que al obispo y a los sacerdotes como que no nos acaba de caer el ‘20’ y no estamos en una campaña insistente, persistente y hasta feroz invitando, a nosotros mismos, y a todos nuestros católicos para que nos pongamos todos a leer diariamente los santos evangelios, y para que poco a poco vayamos pasando de la mera lectura al estudio espiritual de sus palabras, de sus milagros y de toda su persona. Nos conformamos con que nuestra gente viva en sus rezos y no en la escucha de la voz del Maestro. Como que pensamos que es bueno y suficiente traer en la mente que nos debemos portar bien, según nuestros propios criterios. ¿Es necesario leer los santos evangelios? ‘Para qué’, si ya sabemos que no debemos portarnos mal.

Empecemos por proponernos recoger las palabras, las enseñanzas, los mandamientos de Jesús en los cuatro evangelios. En Juan 15,10, en este mismo ambiente de la Última Cena, escuchamos la palabra "mandamientos”: "Si guardan mis mandamientos, permanecerán en mi amor, como yo he guardado los mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.

No se trata pues de tener prácticas piadosas, sino de vivir los mandamientos de Jesús.

Quiero sugerirles un trabajito, sencillo pero muy provechoso: cada quien, de manera personal, recorra algún evangelio o los cuatro recogiendo las enseñanzas y mandamientos de Jesús, Biblia y cuaderno en mano para ir anotando. Les pongo este ejemplo como pista de trabajo:

- "Les doy un mandamiento nuevo, que se amen los unos a los otros como yo los he amado” (Juan 13,34).

- "Vengan conmigo y los haré llegar a ser pescadores de hombres” (Marcos 1,17).

- "Amen a sus enemigos” (Mateo 5,44).

- "Deja tu ofrenda allí, delante del altar, y vete primero a reconciliarte con tu hermano” (Mateo 5,24).

- "Cuando hagas limosna, que no sepa tu mano izquierda lo que hace tu derecha” (Mateo 6,2).

- "Vayan por todo el mundo y proclamen la Buena Nueva a toda la creación” (Marcos 16,15).

- "Sean compasivos como su Padre es compasivo” (Lucas 6,36).

Hay que decir que no debemos ser voluntaristas en el cumplimiento de los mandamientos de Jesús, sino ser dóciles a los impulsos del Espíritu Santo, como lo vivió Jesús, y como lo menciona aquí en este pasaje evangélico: "el Espíritu Santo que mi Padre les enviará en mi nombre, les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”.

¡Qué comunión tan bella expresa Jesús entre él, el Padre y el Espíritu Santo! No anda cada quien por su lado. Jesucristo habla las palabras del Padre: "La palabra que están oyendo no es mía, sino del Padre, que me envió”. Y el Espíritu Santo está al servicio de esta palabra: "El Espíritu Santo… les enseñará todas las cosas y les recordará todo cuanto yo les he dicho”. Lo que quiere decir que es el Espíritu el que nos puede hacer entender adecuadamente las enseñanzas de Jesús.

 

Por otro lado, qué bella Iglesia encontramos en el libro de los Hechos de los Apóstoles, especialmente en este capítulo 15. Cuando la iglesia de Antioquía y la iglesia de Jerusalén llegaron al acuerdo de no pedirle a los paganos convertidos al cristianismo que se circuncidaran y se sometiera a la ley de Moisés, les enviaron una carta a los creyentes de Antioquía: "Los apóstoles y los presbíteros, de acuerdo con toda la comunidad cristiana”. Esta era en verdad una Iglesia sinodal, no por decreto, sino en la realidad, en su docilidad al Espíritu Santo.


 

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